Familia es tierra firme. Es paz, solidaridad y tranquilidad. Es calor, es abrazo, es piel y es mirar con ternura. Es lealtad entre iguales. Es estar rodeado de personas con las que uno está tal cual es. Dónde la mayor parte del tiempo hay alegría serena y humor que juega a favor de lo importante: el equipo. Por eso es trabajo en equipo y es descanso a la vez. Es un ambiente dónde no cabe la mentira ni lo hostil. Es sentirse seguro, en una paz que parece infinita dentro de una intimidad compartida. Es la vieja y dulce costumbre de personas que se quieren. Quererse en el sentido de Fromm: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Es algo que flota en el ambiente y se respira con el corazón. Sentirse parte de pero sin obligación a. Algo que no se toca, pero que es suave. Que funciona en consonancia y sin tensión. Que discurre armonioso y suena alegre, igual que un riachuelo rodeado de animales. Allí donde no hace falta demostrar ni que te demuestren. Ser y estar, nada más. Es una manera conjunta de caminar la vida, ampararse y atrincherarse frente al frío que esta inflige a veces. La familia de uno, de sangre o no, no es más que la parte base de nuestra eterna condición gregaria y humana. Es la riqueza del ser. Tan importante y necesaria, creo, para poder desarrollar nuestra otra cara con equilibrio: la condición de seres individuales. Quizá entender que es la familia es entender e interpretar la vida propia y ajena.
