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Archivo de la categoría: Amor

En éste momento de mi vida…

La dulce y sosegada compañía propia y la ajena, florida de risas y mimos. El sentir agradecido de los cráneos que me hicieron y me llevan.

La naturaleza verde y azul inmarcesible que copa los pulmones y la mente de paz, que me dice quien soy. La lectura que me llena la cabeza de rincones y nuevas aventuras por correr. ¡Y la música! La música alegre que me acompaña.

Consciencia distendida para vivir la naturalidad de la risa y del llanto. Si hay dudas… parar, mirar adentro y gradecer a la vida el propio respirar.

Lo autentico, la raíz, con los pies en el suelo, el corazón abierto y la cabeza despierta. El arte de vivir amando: el tierno sentido de la vida que me camina dentro del pecho desde el siempre de mis tiempos. Que no permite indiferencia o queja.

La aceptación alegre del centro y de la periferia. Del sol, la lluvia y el rio: el ancho sentido de los silencios.

Un sin prisa ni pausa del cultivo y riego del futuro: la esperanza en la siembra del devenir con algunos asuntos que mis ojos no verán ni mis manos podrán recolectar. Quizá de esto trate el sentido de la vida.

Mirada larga para el disfrute del regalo de la buena vida: elección, ilusión, paciencia y empatía. Y amor.

Volver siempre a empezar con el sol.

Todo a través de la serenidad. De la deliciosa serenidad.

Juan Pescador. Verano 2023.

 
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Publicado por en 5 julio, 2023 en Amor, Vivencias

 

Paseando por la patria

Un pie detrás de otro, sin prisa pero sin parar. Al caminar se van aplastando las hojas que adornan parte de la vereda. También cruje al romperse alguna pequeña rama. El aire me acaricia los brazos en movimientos de tirabuzón. Parece que está jugando. Y yo, que no lo pienso, respiro. Y a veces cierro los ojos para sentir más el olor a pino y a recién llovido del campo de mi pueblo. Me relaja el cuerpo y me saca la sonrisa serena del que llega a su hogar. En realidad no camino por aquí. Soy un coso más de este aquí que me sostiene cuando lo albergo. ¡Qué suerte! ¡Qué lujo! ¡Qué riqueza! 

Percibirse un coso más es importante para quitarse importancia. Cada sujeto ocupa su lugar y le brinda una suerte de equilibrio al conjunto. Con atmósfera politeísta, dónde nadie es para tanto y tiene su dignidad en sí y en el conjunto. Suena a música a veces. Está todo aquí, me atrevo a descubrir entre pensamientos. No en este campo ni en esta naturaleza concreta, pero a través de esta pequeña porción lo sospecho. Siempre estuvo todo aquí, otra cosa es ser consciente de ello y darse el gusto de mirar. De pararse. De abajo a arriba: de lo mineral a las communis avis. Más tiempo del que uno pueda imaginar lleva hablando en silencio. Un grito telúrico que avanza como uno trata de hacer… sin detenerse, sin precipitarse. El flujo natural de la naturaleza. Dónde lo que es bueno para la abeja, es bueno para la colmena.

El más elevado murmullo es el síntoma de su andante quietud perenne. A través de un largo sigilo se interpreta mejor el recado. Todo cambia de aspecto pero todo sigue igual en esencia. Nieve, agua, sol, viento… fuego en los peores casos. Con cada evento y estación la naturaleza se adapta disfrazándose para todas las ocasiones. Sostiene su centro mientras se reverdece o asume su color otoñal e invernal. La lección a la que regreso una y cien veces cuando lo camino con calma: volver a mi centro. Respirar puro. En un mundo a toda velocidad, la lentitud es un acto necesario de presente y de vida. De volver a la raíz.

Los pájaros pían, una cigüeña parece estar meditando encima de una piedra, las ranas toman el sol, la lagartija se mueve deprisa, los grillos cantan, las hormigas recorren su hilera, las ardillas trepan, los bambis saltan despistados y las vacas que están. Están tranquilas, quiero decir… que es como están las vacas. Da gusto verlas. También lo vegetal aunque le tome otra cadencia fluye como el agua que desciende por el río. Va descubriendo a cada paso el dibujo que las piedras y la tierra han construido. Lo hace alegre sin saber muy bien a donde va. No se le nota al río que es la primera vez que ese agua pasa por allí.

Me hace gracia la gente que va a la naturaleza como quien va a un bar. A un lugar ajeno. Como si no fuera parte de ella… como si se pudiera salir de ella. Alejarse quizá, pero debe ser difícil salirse de uno mismo. Aunque a largo plazo es un mal negocio no escuchar y entender la naturaleza, ya sea la de dentro o la de fuera. Para eso hay que sentarse y pararse: tanto en medio de la vida como en medio de la naturaleza. Le ponen algunos nombres modernos, pero siempre se llamó ir al campo. Luego también hay gente que dice que tiene tierras. Pero la tierra siempre nos tuvo a nosotros, incluso antes de dejar de ser nómadas. Pero yo mejor no digo nada… yo camino, descanso un rato, miro y respiro… que a eso se viene al campo y a la vida.

 
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Publicado por en 13 octubre, 2022 en Abstracto, Amor, Vivencias

 

Cultivando Utopías: El amor es la afirmación de la vida.

Fragmentos de la entrevista en Carne Cruda a José Mujica.

Javier Gallego – Hablando de cosas bonitas, ¿Que flores cultiva en su parcela del rincón del cerro?

Jose Mujica – Estoy cultivando tomates, morrones, boniatos, verduras… todo comestibles.

JG – ¿Y por qué lo hace? ¿Qué le gusta de la agricultura, del cultivo? 

JM – Conversar con la tierra. De ella venimos y a ella vamos. Todos los fenómenos biológicos que se dan encima de ella… y algunos bobos dicen “tengo tierras”, no se dan cuenta que las tierra nos tiene a nosotros, que no es lo mismo.

JG – ¿Y qué le dice la tierra?

JM – Que han pasado muchas especies y probablemente pase la vanidad humana también y el universo siga dando vueltas. Es muy probable que el diccionario del futuro en algún lugar diga “El sapiens, una especie que se auto eliminó prisionera del éxito y del crecimiento”.

JG – ¿Qué es lo que usted necesita para vivir?

JM – Bah, me sobra, ahorro, porque yo preciso muy poco porque concuerdo con Séneca cuando dice que pobres son los que precisan mucho. O los Aymaras que definen que es pobre el que no tiene comunidad. Y yo tengo muchos compañeros que constituyen mi comunidad. Más no preciso.

JG – En su despedida como senador en 2020 usted dijo que en su jardín no cultiva el odio. ¿Qué idas cultiva?

JM – Cultivo siempre la esperanza, porque si miras mirando para atrás es muy útil para aprender del pasado, pero lo más importante es el porvenir para las generaciones que vienen. Y a las generaciones que vienen no les podemos pasar las cuentas de nuestra generación. Que tengan el coraje de cometer sus propios errores, no los nuestros.

[…]

JM – Mi lucha más dura ha sido conmigo mismo. Vivir lo más cerca posible de lo que pienso. La vida es hermosa. Es hermosa con sus contrariedades, y yo pienso que estar vivo es un milagro. ¿Qué es vivir la vida? Es hacer lo que hacen los pájaros, que cantan cada mañana.

JG – ¿Le ha costado mucho vivir lo más cerca posible de lo cree?

JM – No, por el contrario, es el camino de la libertad. Porque es muy sencillo, si tu te dejas engrilletar por las imposiciones de la sociedad de consumo tus necesidades son infinitas y para cubrirlas tienes que gastar el tiempo de tu vida permanentemente y no te queda tiempo para las cosas que a ti te satisfacen. ¿Cuándo estás libre? Cuando ejecutas el tiempo en cosas que a ti te motivan, te gustan. Cuando tienes que llenarte de obligaciones, porque tienes que pagar cuentas porque multiplicaste los gastos estás sometido a la ley de la necesidad y no sos libre. Sencillo. La felicidad está en el tiempo para cultivar los afectos. Las cosas no generan afectos. Lo que generan afecto son los cosos.

JG – Ha dicho antes que su lucha más dura ha sido consigo mismo. Aunque sea fácil decirlo no es fácil llevarlo a cabo. 

JM – Lo que pasa que yo tuve la suerte desgraciada de estar mucho preso y aislado. Entonces empecé a dar valor, la noche que me ponían un colchón en el suelo. Qué no era lo corriente. Y le di importancia a las cosas cotidianas que no se le dan importancia. La cosa es mucho más sencilla y aprendí a cultivar amigos. A cultivar arañas, a cultivar unas ranitas en un lugar muy húmedo. Cosas por el estilo. Porque en el medio de la soledad, tener algo vivo es un mensaje telúrico. 

JG – ¿Eso fue lo que le mantuvo vivo y cuerdo?

JM – Si. Nunca fuí muy cuerdo del todo porque la vida es la relación de Quijote y Sancho. No existe el uno sin el otro. Aprendí mucho. En medio de la soledad aprendí mucho para no sentirme destruido. Siempre le quiero transmitir a las nuevas generaciones que triunfar en la vida no es llegar a ningún lado. Porque el único lugar a donde llegamos es el hoyo que nos va a llevar. Es andar. Triunfar es volverse a levantar cada vez que uno cae. El mensaje de vivir la hermosa y despiadada aventura de la vida. Así con mayúsculas. Es el único milagro que hay: haber nacido. Y cuando llegue la doña anunciando la muerte, le diré, tengo ganas de decirle por favor señora sirva otra vuelta, que esto es estupendo. Tengo defectos, como cualquiera, y soy dueño de mis defectos. Me gusta el buen vino, y del otro lado del hoyo, no tengo ninguna confirmación de que se pueda beber buen vino.

JG – ¿Cuál diría entonces que es el sentido de su vida?

JM – Tratar de que quede un escaloncito un poco mejor para los que van a venir luego de nosotros. Y el otro sentido; que haya brazos jóvenes que levanten viejas banderas cuando no estemos. Porque la lucha no es para un día: es eterno del devenir humano. Y tiene que haber gente comprometida con la justicia social, con el sueño de equidad, con el sueño de una humanidad un poco mejor. Algunos le dicen utopía. No me importa como le digan. El hombre es un animal utópico, esencialmente utópico. Cualquier trabajo de antropologia te muestra que en todas las edades intentaron creer en algo que no podían demostrar. Este es un animal que precisa utopía, y cuando no la tiene se puede hacer hincha del Barsa, del Real Madrid… aunque sea una sociedad anónima, pero precisa creer en algo.

JG – Mejor creer en buenas utopías y seguir caminando hacia ellas toda la vida como ha hecho Pepe Mujica. 

JM – La vida es una siembra y quienes estamos comprometidos, estamos comprometidos toda la vida. Con aciertos, con errores… con algún pequeño triunfo. En realidad somos parte de esa cosa fermental que tienen las sociedades persiguiendo ideas de solidaridad tras el sueño de que el hombre es un animal que puede mejorarse a sí mismo a pesar de todos los pesares. Si puede caminar a la luna o a Marte, ¿Cómo no va a poder caminar territorio adentro? Para intentar acentuar la empatía y la solidaridad en lugar del egoísmo y el odio. Es posible. […] Es mucho más difícil un cambio cultural que un cambio material porque al fin y al cabo nuestros abuelos como Robespierre era el Dios razón. Habría que quebrar el mundo escolástico, los prejuicios… y endiosamos a la razón. Y el hombre es razón pero es además muchas otras cosas. Tiene pasión, sentimientos, afán de posesión, también un poco de empatía. Es una cosa más compleja. La ciencia del marketing sabe más que la ciencia de la política. El problema es aprender y seguir cultivando esperanza. La sociedad hiperconsumista es funcional a la acumulación: necesita que gastemos una parte de nuestra vida confundiendo ser con tener. Tenemos que pelear por el sentido de felicidad y eso no es sencillo porque esa telaraña gigantesca que nos envuelve, te presiona por todas partes, por eso esto no tiene nada de sencillo. La gente cree que el poder esta con los ejércitos y con los tanques. El poder está en las reacciones subliminales que el hombre y la mujer practican sin darse cuenta, en el seno de su vida. Cambiar eso es una larga marcha; va a costar un poco. Creo que vamos perdiendo por un lado, porque lo que más nos debilita es que perdemos sentido primitivo de la vida: somos más cultos, tenemos más información, más tecnología, pero somos terriblemente débiles ante las circunstancias de la vida. Pero hay signos alentadores. Los trabajadores del futuro son los que están entrando a las universidades hoy. No todo está perdido, porque yo he visto un inconformismo en la base de todas las universidades, sean de Tokio, de Estambul, de Harvard, de Río de Janeiro, o la UNAM de México, donde vaya… Hay un inconformismo latente de la juventud más cultivada. Ello no quiere decir que no terminen hidropesicos y envejecidos de trabajar para una multinacional. Pero de allí va a salir fermento para la causa del progreso humano. A pesar de todo, sigo confiando en el sapien. Y sobre todo en las sapiens.

JG – Dicen que para que te guste el tango, uno tiene que haber sufrido algunas derrotas, ¿Cuáles son las suyas? O la que más recuerda…

JM – Inconmensurables… No le supe decir lo que tenía que decirle a un par de ojos verdes cuando era joven. 

JG – ¿Y la victoria?

JM – Sacarme los zapatos después de la presidencia.

JG – ¿Hizo todo lo que pudo?

JM – No… hice un poquito de lo que soñaba. Tener el gobierno no es tener el poder, ni cosa que se le parezca. Es tener un poquito, un permiso. Es transitorio. Los humanos tenemos mucha más capacidad de soñar que de poder concretar. Hay todavía mucha brecha social que no la pudimos atender como se merecía. Nos acordamos de los más sumergidos como las empleadas domésticas o los peones rurales. Siempre acordándonos de los más débiles y tuvimos algunos líos con los que les tenemos que meter la mano en el bolsillo para repartir.

JG – Dice usted que vio cosas que le horrorizaban en su vida política. ¿Cuáles?

JM – La miseria y el egoísmo humano. Fíjate tú que yo dije que iba a poner el 80% de lo que ganaba para hacerle viviendas a las mujeres abandonadas pobres, con hijos. Y esperaba que la alta burocracia pusiera algo. Todos me dieron un apoyo moral pero nadie fue capaz de poner un 1% voluntariamente y le quise poner un impuesto a las grandes concentraciones de tierra. Tuve lío hasta con la justicia. No tuve ninguna suerte.

JG – En cuanto al cambio climático, ¿Seguimos sin entender el desafío?

JM – Si, no cabe duda. Fíjate tú en cosas como la pandemia. No nos podemos sacar la pandemia de encima porque no comprendimos que había que tener por conveniencia un gesto solidario con la humanidad y vacunar a todos. Colectivizar las patentes y que se pudieran fabricar la mayor cantidad de vacunas rápido. Con ello le dimos tiempo al virus para que vaya mutando. Yo creo que a los laboratorios que fabrican vacunas les va muy bien porque han prolongado la vigencia del mercado. El señor presidente de EEUU, que es el país más fuerte, en un discurso dijo que estaba de acuerdo con colectivizar el conocimiento de las patentes. Lo dijo una vez y después se cayó la boca, no dijo más nada. Lo que quiere decir que en estas cosas el señor presidente de EEUU no manda un carajo.

JG – Es el jefe de la planta de supermercado, no más… ¿Y cómo nos enfrentamos a esas gigantescas fuerzas que nos gobiernan? ¿Qué hacemos?

JM – Lo que hacemos no sé. Lo que le quiero transmitir a la gente es que no se puede cambiar el mundo. Pero es como una avenida llena de autos. Tienes que aprender a cruzar la calle sin que los autos te pillen. Es decir, no puedes cambiar el mundo, pero puedes cambiar tu cabeza. Eso está dentro de lo posible. Trata de que no te atrape el consumismo y trabaja para vivir. Porque si no trabajas para vivir estás viviendo a costilla de otro que trabaja, pero no vivas para trabajar. Tienes que vivir para vivir. Como decían los viejos griegos; nada en demasía: tienes que ponerte límites. Porque si no te pones límites, el mercado te va a tener toda la vida pagando cuotas.

JG – ¿Cree usted que, como decían los viejos griegos, los cínicos en concreto, que es en los márgenes donde se puede encontrar esa felicidad? Fuera de este sistema…

JM – Es posible culturalmente que esa locura te arrastre. Eso es posible. Después el cambio es otra historia… veremos. Para eso trabajamos y ya tuvimos otra derrota muy grande. Pienso que los recursos materiales que tiene la época son fantásticos. La inteligencia artificial es un peligro, es un enemigo, pero bien usada puede quitarnos de encima una multitud de penurias. La tecnología puede ser maravillosa, pero el problema es que es como el cuchillo: depende del brazo que maneje la tecnología y los intereses que se muevan: si son para promover la empatía y la solidaridad humana y con un fuerte sentimiento de equidad, es maravilloso. Si son para carreras de la acumulación, para seguir multiplicando mil millonarios que se gastan una fortuna para ir  a mirar la tierra cuatro minutos desde arriba… estamos fritos.

JG – ¿Usted sigue creyendo en la revolución socialista como la que le inspiró en sus primeros años? Cuba era una de sus inspiraciones.

JM – No se si es posible las revoluciones o algo por el estilo. Lo que quiero señalar es que los sapiens vivimos prácticamente doscientos mil años, en sistemas que eran prácticamente socialistas. Porque no estaba separado lo mío y lo tuyo. Vivíamos en comunidades gregarias de cuarenta a cincuenta tipos. A tal punto que despues de la pena de muerte, lo más grabe era que te echaran de la comunidad. Así recorrió el sapiens toda la tierra. Hace treinta mil años empezó la revolución agrícola, y con ello empezó la historia de lo tuyo y lo mío, y no del nosotros. Este sentido que hemos creado no es un invento natural de la naturaleza. El invento natural de la naturaleza es el otro, el vivir en comunidad, el ser gregario. Andamos con una cosa perdida de nosotros mismos, por eso nos hacemos hinchas del Barsa o del Real porque precisamos una comunidad y de alguna forma la tenemos que inventar inconscientemente porque hay un hombre prehistórico dentro de nosotros. Yo creo en eso, por eso tengo esperanza en retomar. No retomar el atraso, sino, poner la tecnología al servicio de la felicidad humana y no de la acumulación. Si estoy equivocado… lo que vendrá… Porque mira; si siete mil millones de personas van a vivir como viven las sociedades opulentas aumentando todo los años el nivel de basura y de cosas que desechan precisamos tres planetas para sostener eso. Entonces eso que se está planteando es mentira, no es posible para toda la humanidad. Lo que significa que de seguir así va a haber una subhumanidad y va a haber un muro que la va a separar de la humanidad rica. Y eso es una fuente de conflictos inevitablemente. Lo que va a pasar… no tengo la piedra. Pero me gustaría estar en ese debate.

JG – ¿Pepe le queda algo por hacer?

JM – ¡Si! Siempre tengo proyectos. Estoy haciendo un almácigo de robles. En total unos tres mil árboles. Y sueño que los voy a plantar ¿Te das cuenta que no son pa mí? Siempre me creo una causa hacia adelante. 

JG – ¿Cómo le gustaría ser recordado?

JM – Me gustaría que me recordaran cuando levantan las banderas que simbolizan nuestra lucha. Mientras que haya brazos que levanten esas banderas, yo estaré presente. Porque es el sentido de la vida: la lucha. 

JG – Pues ya le digo que yo va a haber brazos, muchos, levantando esas banderas en el futuro. Dice usted que espera la carroza de la vieja inevitable con la mayor alegria que se puede, ¿No le tiene miedo?

JM – No… no. Tal vez es lo que hace más grato la vida. Y hasta ahora ha sido la única cosa realmente democrática que existe.

JG – Eso es cierto. Se muere igual un mendigo que un rey. ¿Dónde encuentra usted la alegría? Esa alegría donde uno espera a la vieja inevitable. 

JM – En las hojas de los árboles. En la madrugada cuando los pájaros cantan. Que después salen desesperados a pelar su pitanza, pero primero cantan. Todo el mundo de la vida, es un canto siempre de esperanza. Aunque sabe o no sabe, pero inevitablemente la muerte la va a derrotar. Pero para eso se inventó el amor, para empujarnos a reproducirnos. La compensación a la muerte es el amor, porque es la afirmación de la vida. Por eso cuando tenga que venir que venga. Jugaremos un rato a las cartas.

De otros mundos: José Mujica / Por más mierda que sea el capitalismo, es el  que ayuda a crecer
 
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Publicado por en 17 noviembre, 2021 en Amor, Entrevistas, Politica

 

Familia

Familia es tierra firme. Es paz, solidaridad y tranquilidad. Es calor, es abrazo, es piel y es mirar con ternura. Es lealtad entre iguales. Es estar rodeado de personas con las que uno está tal cual es. Dónde la mayor parte del tiempo hay alegría serena y humor que juega a favor de lo importante: el equipo. Por eso es trabajo en equipo y es descanso a la vez. Es un ambiente dónde no cabe la mentira ni lo hostil. Es sentirse seguro, en una paz que parece infinita dentro de una intimidad compartida. Es la vieja y dulce costumbre de personas que se quieren. Quererse en el sentido de Fromm: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. Es algo que flota en el ambiente y se respira con el corazón. Sentirse parte de pero sin obligación a. Algo que no se toca, pero que es suave. Que funciona en consonancia y sin tensión. Que discurre armonioso y suena alegre, igual que un riachuelo rodeado de animales. Allí donde no hace falta demostrar ni que te demuestren. Ser y estar, nada más. Es una manera conjunta de caminar la vida, ampararse y atrincherarse frente al frío que esta inflige a veces. La familia de uno, de sangre o no, no es más que la parte base de nuestra eterna condición gregaria y humana. Es la riqueza del ser. Tan importante y necesaria, creo, para poder desarrollar nuestra otra cara con equilibrio: la condición de seres individuales. Quizá entender que es la familia es entender e interpretar la vida propia y ajena.

 
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Publicado por en 27 octubre, 2021 en Amor, Vivencias

 

Carta de amor a Doña Rosita

Esta es la carta con la que participé en el concurso para la obra «7 mujeres lorquianas» que resulto ganadora. Tuve también la suerte de estar invitado a leerla en el teatro durante la representación para sorpresa del publico acompañado por la guitarra española de Juan Sánchez.

«El recuerdo de tu olor fresco me remueve desde el momento que empiezo a escribir esta carta. Un olor tan embriagador como el romero en primavera. Cierro los ojos y me invade el pecho y luego el cuerpo entero y me sube hasta la cabeza. Ni siquiera la idea de cuarenta días de viaje me hacen sentir lejos de ti y de tu cuerpo. Suerte de las calles y suerte de las gentes del pueblo, que pueden verte cada mañana. Suerte de sus ojos. Y suerte de la luna que puede verte cada noche.

Aquí la vida transcurre a la espera: dura y lenta e incluso a veces me parece que también los pájaros te echan de menos tanto como yo, cuando vuelan sobre los campos. Demasiadas leguas de hacienda, pero no suficientes para dejar de pensarte en cada una de ellas. En días te busco y en días me parece escuchar tu voz entre el dolor y la resignación que este lugar causa en mí por tenerte lejos. Se que no te lo puedo pedir, ni lo haré, pero a veces te veo aquí. Mi cabeza te dibuja aquí paseando entre rosales y mariposas dónde tu voz que suena a canción se entremezcla con el cantar de los pájaros. Como el aire fino del atardecer que disuelve las penas y acaricia suave los rostros. Ligera y pura, igual que el agua que recorre cada rincón de la Alhambra en perfecta armonía arquitectónica. Me estremezco y me emborracho con estos pensamientos que se me clavan después como una espina cuando despierto de ellos. Pero aún así, me dejo llevar una y mil veces mientras me ahogo en un grito que no llega a salir del pecho. Es el anhelo y tu recuerdo lo que llena mis pulmones de aire y mi cabeza de paz. Una paz llena de luz en forma de cielo azul con un alivio a la sombra donde sentarnos. Es nuestro amor lo que me hace caminar cada mañana, de tan verdadero. Es nuestro amor una fortaleza que recorre mi cuerpo.

Cerca del arroyo están floreciendo las azucenas, duran apenas dos semanas. Pero merece la pena esperar todo un año para verlas: son hermosamente blancas y puras. Ojalá pudieras verlas, esta tierra aunque alejada de ti es tan rica… pero en cuanto pueda la dejaré para estar entre tus brazos de igual manera que las enredaderas que custodian las paredes de la casa. Prometo abrazarte hasta el alma. Solo te pido la misma paciencia que requiere la flor de la azucena porque aunque demore, cuando llega, eclipsa todo lo demás con su belleza. La nata de la chanfaina.«

Quiero dar las gracias a Mónica Tello por mi participación en la obra de teatro y poder vivir algo tan bonito. Pero sobre todo poner tanta pasión y fuerza encima del escenario y crear esta obra. También a todas las actrices del elenco que interpretan a las siete mujeres que aparecen. Por su manera de actuar, de bailar y de cantar, pero sobre todo por su manera de sentirlo y transmitirlo. Al igual que los músicos: guitarra y cantaor. Esa mezcla de teatro, poesía y flamenco es deliciosa. La peculiaridad del café teatro hace además que la obra transcurra con una intimidad y una cercanía que intensifica y permite conectar durante toda la sesión. Gracias Mónica por ese amor a la obra de García Lorca y por llevarla a los escenarios en todas las creaciones y adaptaciones que representáis. Es un amor compartido, sin duda. Como él mismo dijo, «La poesía no quiere adeptos, quiere amantes». La suya está bien viva en cada biblioteca y en cada escenario que grita, llora y ríe. Gracias a todos de nuevo, por hacernos vibrar, musical y emocionalmente.

Referencias:

https://www.atrapalo.com/entradas/7-mujeres-lorquianas_e4858046/

http://monicatello.es

 
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Publicado por en 25 junio, 2021 en Amor, Canciones, Música

 

En defensa de la alegría

Le quedan dos días para estar llena pero luce increíble. Después de la ligera tormenta, las nubes se han apartado delicadamente para descubrir la luna. Aunque nada cambie aparentemente, después de que llueva, la atmósfera no es la misma. La luna sigue estando en su sitio, las montañas o edificios no se han movido y los pájaros siguen revoloteando de una manera muy similar. Así parece ser la vida a veces, la apariencia niega en ocasiones la realidad de lo profundo. La esencia está en las raíces, bien abajo. 

No vale cráneo cartesiano para entender la atmósfera, te tiene que calar en los huesos su vibración sutil y llena de verdad: no se entiende, se siente. Esa verdad etérea percibo dentro de mí ahora que miro la luna que aguanta el significado de los dos polos emocionales básicos: el amor y el miedo, novilunio y plenilunio. El amor es la luz de la vida, el amor como fuente de movimiento, crecimiento y creatividad arrolladora mas allá de lo vivo. El amor como algo que trasciende al paisanaje que alcanzan unos ojos. El miedo como estatua que nos separa y nos encierra en nuestras sienes y mata el color. Que nos niega.

Llueva mucho o poco, hay algo que al sentirlo duele menos la vida y tararea bajito centiloquios de armonía. Es la inteligencia llevada a la práctica de la vida y solo hay que mirar un poquito por las calles: hay gente haciendo el humor por cada rincón. Que tira piedras al estanque o que lanza botellas al mar en un acto de convicción para si y los demás. Quizá consciente de tanto que ha recibido de la vida y así lo agradecen. Por muy jodido que uno esté, saber que siempre tienes algo que darle a los demás te salva, porque la vida es juntos. Un cálido gesto que dibuja una sonrisa. Por eso el amor es y sucede ahí donde uno se ríe, se distiende y se libera. Donde no hay miedo de ningún tipo aparece la conexión autentica con los demás. Ahí esta el encuentro. Porque la risa igual que el amor, que abraza sin necesidad de tocar es exactamente lo contrario del miedo. Querer intelectualizar el amor es quitarle el verso a la vida y lo mineral a la tierra. Cuando dos personas se ríen juntas generan un vínculo prácticamente indestructible en un plano de categoría superior. Reírse de sí mismo es romper el hechizo que ejercen nuestros pensamientos: es un paso a la libertad. Uno más del eterno camino. Por eso el amor en todos sus ámbitos sólo germina si es en libertad.

«Si estamos lejos como un horizonte
Si allá quedaron árboles y cielo
Si cada noche es siempre alguna ausencia
Y cada despertar un desencuentro

Usted preguntará por qué cantamos

Cantamos porque el grito no es bastante
Y no es bastante el llanto ni la bronca
Cantamos porque creemos en la gente
Y porque venceremos la derrota

Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza»

 
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Publicado por en 22 junio, 2021 en Abstracto, Amor, Canciones, Vivencias

 

La honestidad y el mar

Iba paseando por la playa, mirando la inmensidad del mar y despidiendo el día. Así me vino a la cabeza el final del poema de Invictus: “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. Con esa voz casi ronca y el tono pausado de Morgan Freeman de la película de Mandela.

Alcanzar ese punto de autoconsciencia requiere franquear eventos fuertes en la vida. Superar cosas feas de verdad. Circunstancias que te obligan a hablar y enfrentar a la persona que llevamos adentro sin escapar ni tapar un poquito. A entender nuestros pensamientos, sentir todo y ahondar en ese ser complejo que somos, desde la curiosidad. Creo que se trata de un ejercicio de honestidad con uno mismo siendo condición de posibilidad para llegar a la humildad.

Por otro lado, la escalada de técnica, médica y de confort alcanzados en este último siglo ha sido notable y ha contribuido a que vivamos mejor materialmente y duremos más años. El ser humano ha creado este mundo de manera prodigiosa pero la misma ecuación ha traído de la mano debilidad, estupidez y desvirtuación. Vaciando el respeto a nuestra propia naturaleza y alzándonos como dioses y prostituyendo palabras como libertad o amor. Otro ejemplo que se me ocurre es la idea de considerarse únicamente individualista dada nuestra esencia humana. Me parece de sujetos poco observadores de su persona y de las que les rodean. No estamos fabricados para eso; la ciencia y la evolución así lo demuestran. No el sistema imperante, que de manera cada vez menos subliminal nos indica lo contrario y nos va despojando de conceptos colectivos. Afortunadamente la vida y la naturaleza siempre imponen sus reglas y nos dan lecciones de humildad. Lecciones que a mi a veces me hacen falta.

Esto no implica que le podamos dar un cierto rumbo y contenido determinado a nuestra vida, siendo elegida conscientemente por nosotros. Quizá bajar al infierno y volver a subir a la tierra es necesario para emprender este viaje de comprensión profunda. Madiba estuvo casi treinta años en la cárcel. Parece que le dio tiempo a pensar y a entender las claves de la propia libertad frente a todos los eventos indeseables que la vida le fue poniendo. Ahí está el margen de dignidad, no está en otro lugar. La libertad parece estar en el cultivo de lo de dentro.

Parece razonable ganarse ese margen desde la soledad y la reflexión profunda, de manera sosegada. Sin recorrer ese camino, uno difícilmente estará en disposición de otorgar a los demás limpiamente esa honestidad. Elegir con autonomía y de manera consciente las personas, valores y conceptos que pueblan la vida de uno y cómo relacionarse con ellos. Desde la ternura hacia uno mismo sin quitar un gramo de realidad. Sin añadir un gramo de sobreactuación ni soberbia. Desde el equilibrio y la virtud, que ya manejaron los griegos, dónde el centro de la vida era el hombre. En un diálogo constante con nuestras fortalezas y debilidades. Mirando los caminos posibles pero también la finitudes.

Por eso, cuando paseaba por la playa, pensaba que posiblemente para ser deshonesto con alguien, no hace falta mentirle o engañarle con otra persona. El hecho de permanecer en contacto y próximo a alguien sin hacerlo desde la propia autonomía y honestidad ya nos posiciona de manera indecorosa. Ya sean parejas, amigos o familiares. Y lo que das a los demás te lo acabas dando a ti mismo. ¿O quizá suceda al revés? Quién sabe.

Pienso que también es deshonesto querer ver, saber y poseer todo, incluida la verdad. Es etero e imposible. Intentarlo es una jodida desventura. Así que espero que quede claro que esto es simplemente mi opinión y aún convencido de lo que escribo, estaré seguramente equivocado en algunas cosas. 

Pero en cualquier caso, sentir y pisar despacio la arena de la playa y ver el sol ponerse en silencio me ayuda a ser honesto. Porque la naturaleza, que es nuestra casa y de la cual formamos parte desde el principio de los tiempos, nos pone en escucha directa con nosotros mismos. No se trata de desconectar, la palabra es conectar.

Fuerteventura, Mayo de 2021.

 
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Publicado por en 11 May, 2021 en Amor, Viaje, Vivencias

 

Viajar por los lugares más bonitos

¡Chaf! Adrían abrió la lata de cerveza mientras su amigo disfrutaba ya del primer sorbo. Como ellos decían, era el sonido de la felicidad. Enfrente, el sol se hundía en la medianía de dos laderas provocando un chorro de luz que recorría el valle de abajo a arriba. Estaban sentados en el suelo, observando en silencio.

— ¿Cuántas veces hemos estado aquí tomando cerveza? No me canso nunca de venir. ¿A ti te pasa lo mismo? Tú que viajas tanto por todos sitios…

— Bueno, llevo un tiempo sin viajar, igual que tú. Igual que todos — Sonreían y casi reían mientras cruzaban miradas de complicidad.

— Debes haber visto puestas de sol espectaculares… Venga dame envidia. 

— He visto puestas de sol y sitios de la ostia. Sería falsa humildad decir lo contrario. He tenido mucha suerte en poder viajar tanto. Y te digo una cosa, aún así, nunca me canso de este paisaje de nuestra tierra. Sobre todo si es con una cerveza y contigo tío.

— ¿Qué pasa, te me vas a declarar a estas alturas de la película o que? Mira que estoy muy sensible… No me quieras engañar sólo para un rato.

Empezaron a reír los dos mientras el sol seguía bajando y el chorro de luz apuntaba cada vez más arriba. El día se iba apagando. Después de un rato, las risas se fueron también apagando y volvió el silencio, acompañado de la solemnidad que acompaña el crepúsculo. 

— La verdad — Ya en tono reflexivo Es que he conocido lugares increíbles, que te dejan literalmente sin palabras. He viajado mucho… sitios que merece la pena ver al menos una vez en la vida. Pero después de años haciéndolo, te das cuenta de que lo más bonito de viajar son las personas. Eso es lo más bonito de la vida. Las personas con las que tienes el privilegio de cruzarte y compartes… Con las que compartes un lugar increíble pero también una cerveza en un bar humilde. Es ahí también donde está el viaje y el paisaje. Y eso sí está al alcance de todos. Los mejores lugares, los más bonitos… la mayor parte de las veces son las personas. Me encanta viajar y supongo que seguiré haciéndolo con la calma que los años me ponen encima. ¡Pero te lo juro tío! A veces nos volvemos locos en coger trenes y aviones para borrar sitios de una especie de lista…, y no nos damos cuenta de lo que tenemos en la puta cara.

 
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Publicado por en 17 marzo, 2021 en Amor, Narrativo, Viaje

 

Ángela Molina, Goya de honor 2021

Solo porque he recibido tanto de la vida encuentro esta noche el valor para dirigirme a todos vosotros. Necesito valor. Quiero dar gracias a Dios por todo. Por el amor, que es la mejor manera que conozco de dar las gracias por todo. Un amor que no distingue lo sagrado de lo vivo. Cuando os hablo de mis padres me invade una ola de amor, que me late el corazón y me devuelve la vida. Quiero dar las gracias a mi padre por mi madre, y gracias padre por mi madre. Este Goya es vuestro con todo mi honor.Y este Goya igualmente es de toda mi familia adorada y ellos saben que son mi corazón. Esta noche, gracias a la generosidad de la academia, recibo el Goya de Honor del año 2021.

Lo recibo llena de agradecimiento, con alegría y serenidad si cabe. Alegría porque sois vosotros mis compañeros y compañeras de profesión los que os habéis acordado de mi. Alegría porque el rodaje ha sido muy hermoso. Increíble de tan verdadero. Improvisando puentes que ninguna pandemia pueda arrebatarnos. Lo recibo igualmente con serenidad con la paz que otorga comprender que solo será mío si lo es de todas y cada una de las personas con las que he trabajado. Los seres humanos de todos los oficios del cine que me han acompañado y a veces sostenido. El cine, nuestro cine, de nuestro alma, ha marcado el calendario de mi vida. Ha sido un horizonte y camino. Un viaje hacia el ser humano, hecho por humanos. Se nos van las obras hablando de nuestro trabajo.

Necesitamos compartir nuestro entusiasmo para saber que es verdadero. Comunicar con alguien, para que nos fascine lo que comunicamos. Pero sobre todo, necesitamos sentir que nos necesitamos. Hace ya algún tiempo, mucho para los calendarios y ninguno para el corazón, mi padre cantó en este teatro donde ahora me acompaña. No imaginaba él aquel día que un día su hija recibiría en este mismo escenario lo que para él era el alma de su arte, el cariño del público. Que sea Málaga, la ciudad de mi padre, la tierra de mi padre, mi paraíso. El lugar que la vida escoge para que vosotros me mostréis mi fidelidad a vosotros y vuestra fidelidad a mi, me hace sospechar que el azar es cómplice del amor.

Y bueno, yo si supiera os hablaría de la luz de mi España entera. Os hablaría de su aire fino que disuelve las penas, pero siempre os estaría hablando de su gente. Gente generosa a la que le urge darse para saberse vivo. Gente noble, buena, leal, amiga en las horas más difíciles que necesita vivir para querer. Que necesita querer para vivir. Quiero darle las gracias al cine por haberme llevado con él y por enseñarme de todas las cosas un milagro. Quizá tal vez la vida se parezca al cine, no se disfruta sin los demás. Gracias.

 

 
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Publicado por en 8 marzo, 2021 en Amor, Reseñas

 

No Love

El bar estaba lleno hasta la bandera. Un tropel de mujeres que estaban de despedida lo había acabado de abarrotar. Adrián salió a tomar el aire. No estaba tan borracho como la mayoría de la gente que había dentro y sentía demasiado agobio. En la calle en el mes de mayo se está muy bien, pensaba mientras se apoyaba en la pared del bar y miraba a la gente y respiraba tranquilo el aire fresco. Todavía estaban entrando chicas de la despedida al bar.

Con un falo no pequeño en la cabeza, concretamente en su gorro, salió la novia sola a fumar. Una pausa para separarse de todas las mujeres que ya estaban adentro, eso parecía requerir. Se acercó a Adrián y le ofreció un cigarrillo que el rechazo mientras se preguntaba la razón de ponerse pollas en la cabeza. Le parecía incluso obsceno. 

– ¿Qué tal? ¿Cómo va la despedida?

– Bien… – Respondió entre dientes mientras encendía el cigarro.

– Sois muchas… ¡Habéis llenado el bar!

Se conocían del barrio y Adrián había trabajado alguna vez con el chaval que se iba a casar con ella.

– Si, es una despedida de mucha gente…

– Oye no sabía que te casabas con el Gallego. ¡Enhorabuena!

– Si… Eso parece. – Dijo con un puto entre desdén e indiferencia.

– ¡Qué bien! ¡Me alegro mucho!

Después de las palabras de Adrián hubo un silencio incómodo. Ella dio una calada profunda y larga a su cigarro y expulsó el humo despacio.

– Me voy a casar, pero no estoy enamorada. – Sin pestañear. 

De nuevo el silencio. Adrián no sabía cómo mejorar el mutismo y siguió unos segundos más callado. Se había quedado perplejo ante esas palabras. Ella ni siquiera lo pronunció en tono melancólico, más bien, en un tono que sonaba a rutina. Parecía tener bastante claro lo que estaba diciendo. Aún así no podía dejar de mirar el gorro-polla que llevaba en la cabeza. Ahora le resultaba aún más sórdido.

– Pero… ¿Por qué te casas?

– Bueno, es así. La gente se casa, es lo que hay que hacer en la vida. – Respuesta automática, casi recitada de memoria. 

– Ya, pero… Si no estás enamorada, es fácil que no salga bien ¿No? – Hablaba Adrían reflexivo, casi para sí mismo.

– Bueno… Si tiene que acabar, pues acabará. – Seguía hablando de la misma manera. Tranquila y con todo aquello bien asumido.

De repente salieron dos chicas a buscar a la novia para que entrase al bar. Dos minutos más tarde, Adrián estaba caminando calle abajo dirección a su casa con una sensación extraña. Que dos reyes se casaran para mantener un imperio hace siglos, es un argumento de peso. Incluso que lo hagan familias de gente rica… por según qué intereses, podría tener cierto sentido. Es algo vacío, pero tiene explicación. Pero… ¿Dos pringaos? ¡Qué personas más tristes! Todo eso pensaba mientras llegaba al portal de su casa. De repente vino a su cabeza una imagen. Esos pobres animalitos, que ellos mismos se dirigen de manera ordenada y sumisa al matadero, convencidos de lo que están haciendo.

 
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Publicado por en 25 enero, 2021 en Amor, Narrativo, Vivencias