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Archivos Mensuales: May 2024

Huir de uno mismo…

Se podía escuchar el alegre murmullo saliente de la Plaza Mayor como telón de fondo. Estaba situada a un par de cuadras de donde ambos se encontraban. Sintiéndose más cercana, destacaba una guitarra española y la voz de un viejo entonando cantos de revolución. El viento suave y húmedo que desde el ático de la casa se advertía era agradable. Así son la mayoría de las noches en Trinidad.

Tras haber subido por las escaleras de madera que daban acceso a la parte alta de la casa, se encontraban ambos con una cerveza en la mano. Recostados en el muro que levantaba hasta la altura del pecho miraban al cielo limpio y estrellado. Ellos creerán rozarlo esa noche desde allí. Desde aquella casa vieja pintada de color salmón y combinada con blanco para jambas y bordes que configuraba el estilo colonial.

El día entero y ahora la noche, la tercera juntos desde que sus caminos solitarios se cruzaron, habían transcurrido con normalidad. Días alegres caminando por la playa o cualquier otro lugar… y noches de ron y miel en sus labios con algo de fuego encendido que propagar entre sí. 

Después de un largo silencio la conversación tornó por cauces algo más profundos que los que hasta ahora habían transitado…

—¿Qué te da viajar sólo? —dijo ella en tono sereno y la mirada clavada en la luna llena que tenían de frente.

—Bueno… digamos que yo… o todos, vamos por nuestro camino. Encontrar gente…— incorporándose del muro, comenzó a gesticular lentamente. —Me permite acercarme a otros lugares. Entonces sigo sus caminos… me voy un rato por ese camino y aprendo cosas que yo no conozco y vivo cosas nuevas. Me ayuda a entender… Bueno a veces es muy divertido…

—Es cierto. Eso sucede… 

Ella seguía petrificada, con la cerveza en la mano y sin perder la mirada con la luna.

—¿Y tú, por qué viajas sola? —preguntó él mientras volvía a recostarse en el muro apoyando un solo hombro, ahora un poco más alejado y mirándola. 

—No lo sé… después de un tiempo… después de este viaje sola creo… —ensimismada, sin girarse para devolverle la mirada, la cual mantenía fija, hablaba como si más que dirigirse a él estuviese pensando en voz baja— que no puedo huir de mi misma… y seguramente no deba. De lo que me he dado cuenta, es que por mucho que uno pueda hacer diferentes cosas… y sobre todo, por muy lejos que una persona pueda viajar, nunca se puede huir de uno mismo.

Los dos eran jóvenes. Con aventuras por correr y con el sentimiento inagotable que apareja la mocedad. Pero las palabras que aquella noche pronunció ella no tenían tono ni fondo bisoño. Un momento de lucidez serena que él vió en ciertas mujeres a lo largo de su vida. Pero en ese momento era varón aún menguado para percibir la dimensión de lo profundo: la vida aún tenía que pasarle por delante para comprender. Las palabras que ella le había dicho aquella noche aparecieron en su cabeza alguna vez durante los siguientes años. Pero solo después de tiempo y vida comprendió contenido y continente. Aquella chica que empezaba a ser mujer le estaba dando una de las claves interpretativas más importantes de su vida.

 
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Publicado por en 1 May, 2024 en Narrativo, Viaje, Vivencias