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Archivo de la categoría: Abstracto

No era el agua

Estoy aquí, detrás del conductor del autobús. Observando el vaivén silla arriba y abajo me pregunto si los pedales acompañan también hacia arriba y abajo. Me gusta imaginar que si, pero el mecánico que va en quinta fila levantándose del asiento se dirige mí; ¡Pero cómo va a ser eso posible!, mientras se ríe burlón. El primer asiento es cómodo, nadie se puede tumbar para atrás y molestarme y las vistas son bonitas. Empieza a anochecer. El día fue como el clima: agradable. Aunque desde la segunda fila me está corrigiendo el hombre del tiempo… parcialmente soleado, sin precipitaciones: un anticiclón a nivel de superficie.

De las primeras paradas ha subido y bajado algún guiri antes de dejar Maspalomas. Perdón: algún extranjero. No quiero cabrear con mis pensamientos al académico de la RAE que viaja en la tercera fila de la derecha. No solo hay que leer y escribir bien, también hay que pensar en esos términos. Asiente a su vez el conductor: hay que cumplir unas normas, porque si yo empiezo a conducir por la izquierda nos matamos todos.

Parece que no puede uno rumiar tranquilo… ¿verdad? Me pregunta el psicoanalista que ha subido en la parada anterior entrando a su vez en discusión con el filósofo, sentado al final del autobús que ríe con sorna. Menudo mezquino, sin el pensamiento no seríamos nada, le contesta. En ese momento dos asientos más adelante la risa ancha y sin sorna de un profesor se eleva sobre la anterior. Cuando ha terminado de reír plácido, lee en alto una cita del libro que lleva en el regazo: “Frecuentemente hay más que aprender de las preguntas inesperadas de un niño que de los discursos de un hombre.” Entre unos y otros se sigue repartiendo la discusión. O la disquisición, vaya uno a saber, porque con tanta gente hablando, no es sencillo enterarse de algo…

Se abren las puertas en San Agustín y sube una señora llorando. De repente se hace el silencio. Es una mujer negra, de unos cuarenta y algo. Menos mal que nadie me corrige con “de color”, se nota la tensión del momento. Se sienta en primera fila, igual que yo, pero al otro lado del pasillo. Los demás nos miramos sin saber qué hacer. Se la ve agobiada, con un llanto desbordado… De estas veces que te estás llorando encima y no puedes parar y que te da igual la situación porque acaba de reventar la presa y todo el agua se desborda. Alrededor no sabemos ni qué decir. El autobús continúa su camino y ella después de un rato llora más bajito.

Creo que han pasado diez minutos desde que la señora que sigue llorando ha subido al autobús. El murmullo entre la gente a bordo ha vuelto, pero tan bajito que no se entienden apenas entre ellos. Prefieren no entender nada a escuchar a la mujer. La cual acaba de coger el teléfono y está hablando con alguien. Su llanto aumenta como al principio. Le está explicando a la persona que tiene al otro lado como se le había muerto alguien al que cuidaba. Cada vez lloraba más alto.

Entonces, como yo, el mecánico, el hombre del tiempo, el académico, el conductor, el psicoanalista, el filósofo ni el profesor decimos nada, buscamos en mi mochila. Y estamos sacado una botella de agua a la que apenas le queda la mitad. Un toque al hombro a la señora, que seguía llorando sirvió para que mirase. Miró. Esto es para usted, dice el gesto acercándole la botella de agua que ella recoge. 

Ahora han pasado unos veinte minutos más, y la señora va a bajar del autobús. Se levanta, y nos da las gracias con un gesto amable y cómplice. No ha bebido agua y quizá tire la botella sin probarla. Ninguno estamos hablando: solo yo pienso. Escucho el silencio que me deja comprender porque me daba las gracias. No era por el agua evidentemente, sino por el gesto. Lo que importa muchas veces es la intención… Por muy jodido que uno esté siempre tiene algo bueno que dar a los demás: por ejemplo, las gracias.

 
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Publicado por en 8 febrero, 2023 en Abstracto, Narrativo, Viaje, Vivencias

 

Paseando por la patria

Un pie detrás de otro, sin prisa pero sin parar. Al caminar se van aplastando las hojas que adornan parte de la vereda. También cruje al romperse alguna pequeña rama. El aire me acaricia los brazos en movimientos de tirabuzón. Parece que está jugando. Y yo, que no lo pienso, respiro. Y a veces cierro los ojos para sentir más el olor a pino y a recién llovido del campo de mi pueblo. Me relaja el cuerpo y me saca la sonrisa serena del que llega a su hogar. En realidad no camino por aquí. Soy un coso más de este aquí que me sostiene cuando lo albergo. ¡Qué suerte! ¡Qué lujo! ¡Qué riqueza! 

Percibirse un coso más es importante para quitarse importancia. Cada sujeto ocupa su lugar y le brinda una suerte de equilibrio al conjunto. Con atmósfera politeísta, dónde nadie es para tanto y tiene su dignidad en sí y en el conjunto. Suena a música a veces. Está todo aquí, me atrevo a descubrir entre pensamientos. No en este campo ni en esta naturaleza concreta, pero a través de esta pequeña porción lo sospecho. Siempre estuvo todo aquí, otra cosa es ser consciente de ello y darse el gusto de mirar. De pararse. De abajo a arriba: de lo mineral a las communis avis. Más tiempo del que uno pueda imaginar lleva hablando en silencio. Un grito telúrico que avanza como uno trata de hacer… sin detenerse, sin precipitarse. El flujo natural de la naturaleza. Dónde lo que es bueno para la abeja, es bueno para la colmena.

El más elevado murmullo es el síntoma de su andante quietud perenne. A través de un largo sigilo se interpreta mejor el recado. Todo cambia de aspecto pero todo sigue igual en esencia. Nieve, agua, sol, viento… fuego en los peores casos. Con cada evento y estación la naturaleza se adapta disfrazándose para todas las ocasiones. Sostiene su centro mientras se reverdece o asume su color otoñal e invernal. La lección a la que regreso una y cien veces cuando lo camino con calma: volver a mi centro. Respirar puro. En un mundo a toda velocidad, la lentitud es un acto necesario de presente y de vida. De volver a la raíz.

Los pájaros pían, una cigüeña parece estar meditando encima de una piedra, las ranas toman el sol, la lagartija se mueve deprisa, los grillos cantan, las hormigas recorren su hilera, las ardillas trepan, los bambis saltan despistados y las vacas que están. Están tranquilas, quiero decir… que es como están las vacas. Da gusto verlas. También lo vegetal aunque le tome otra cadencia fluye como el agua que desciende por el río. Va descubriendo a cada paso el dibujo que las piedras y la tierra han construido. Lo hace alegre sin saber muy bien a donde va. No se le nota al río que es la primera vez que ese agua pasa por allí.

Me hace gracia la gente que va a la naturaleza como quien va a un bar. A un lugar ajeno. Como si no fuera parte de ella… como si se pudiera salir de ella. Alejarse quizá, pero debe ser difícil salirse de uno mismo. Aunque a largo plazo es un mal negocio no escuchar y entender la naturaleza, ya sea la de dentro o la de fuera. Para eso hay que sentarse y pararse: tanto en medio de la vida como en medio de la naturaleza. Le ponen algunos nombres modernos, pero siempre se llamó ir al campo. Luego también hay gente que dice que tiene tierras. Pero la tierra siempre nos tuvo a nosotros, incluso antes de dejar de ser nómadas. Pero yo mejor no digo nada… yo camino, descanso un rato, miro y respiro… que a eso se viene al campo y a la vida.

 
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Publicado por en 13 octubre, 2022 en Abstracto, Amor, Vivencias

 

La linterna mental de la vida moderna

“El producto somos nosotros.” “Estamos pagando con nuestra atención” “¿Qué es la atención de una persona?” “Estamos pagando con nuestra puta vida, lo mejor que tenemos.” “Cuando tú tienes consciencia de algo, le prestas atención.” “Estamos pagando con lo mejor que tenemos.” “Ese es nuestro precio con el que estamos pagando la puta mierda esta.” “En el futuro se nos recordará como auténticos gilipollas.” “Creo que en veinte años se verá como los fumadores ahora, algo así.” “A no ser que la gente del futuro sea aún más gilipollas.” “No solo fisiologicamente, sino psicológicamente te destruye… espiritualmente incluso.” “La gente tenía en la cabeza que las tragaperras eran adictivas pero no se nos había pasado por la cabeza que los móviles podían tener ese riesgo.” “Bueno ya hay clínicas de desintoxicación que tratan esto.” “Tres putas fresas que podían crear adicción, ya nos enganchaban, como no nos va a enganchar esto que está el universo entero.” “Somos esa señora de mediana edad que empieza con las vueltas del café, pero al mes se esta jugando la pensión.” “Reconozcámoslo, tampoco sabemos muy bien que hacer con nuestro tiempo.” “Existe un modelo de negocio.” “Quieren que estamos delante de una pantalla.” “¿Cómo lo consiguen? Haciéndote sentir especial, único. Es como algo narcisista de verte reforzado.” “Es que tienes seguidores, te mesianiza.” “Eres especial, como todos.” “Solo el hecho de que la gente opine lo que pones… eso en la vida cotidiana no pasa.”  “Aunque sea para bien o para mal, es una caricia al ego.” “Cómo producto que somos, nos acaban definiendo.” “A fuerza de hacernos sentir especial nos hace sentirnos distintos respecto al otro.” “La trampa de la diversidad va de esto ¿no?, de Bernabé.” “Hay cosas ridículas como el FOMO” “No disfrutamos de lo que vivimos, sino tenemos ansiedad… de lo que no…” “Fijate la mariquita como se va al fondo a morir…” “Tenemos que encontrar socialmente una mariquita que nos una.” “Lo que mueve a la sociedad son ilusiones.” “Se está aburriendo la mariquita. Esta despistando al sistema.” “Hay que quedarse quieto.” “Quieto, el algoritmo no te estudia.” 

 
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Publicado por en 5 septiembre, 2022 en Abstracto, Politica, Vivencias

 

Normalidad

— ¿Algo más señora?

— No, dime cuanto es anda.

— Son veintisiete con ochenta y cinco.

— Toma.

— Pero y el billete de diez.

— Con el de veinte tienes, ¿no? Son diecisiete y pico.

— Veintisiete.

— Anda coño.

— Ahí ahí suelte la pasta — Riendo.

— Es que estoy un poco sorda…

— A estas edades estamos ya todas medio sordas, que ni vemos y nos cuesta andar. — Dice otra señora que esperaba su turno.

— Ya será menos hombre… Aquí está la vuelta.

— No se yo eh, pero es normal. Yo visto lo visto… por el tema familiar… tengo familia que está sorda.

— Bueno… — Riendo de nuevo el tendero.

— Ya veremos cuando lleguéis vosotros a los ochenta y. Que yo ya voy por los ochenta.

— ¿Nosotros? Nosotros no llegaremos. — Mira el tendero a su hermano, en tono sereno, ahora sin broma pero con una mueca sonriente.

— Sí hombre… ¿Cómo no vais a llegar? Y mejor que yo… ¡y más años hombre!

— No se yo eh, nosotros visto lo visto… por el tema familiar… no llegamos.

— Bueno hijos que tengáis buen día.

— Buen día señora.

 
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Publicado por en 19 enero, 2022 en Abstracto, Narrativo

 

Lo de la economía especulativa

Diálogo de La Vida Moderna entre David Broncano y Hector de Miguel.

— Yo digo todo esto cuando a día de hoy, que ya la gente se imagina y tú lo sabes, que manejo bastante pasta… sigo teniendo para sorpresa de toda mi gente de alrededor, sigo teniendo cero inversiones. Cero. Osea tengo el dinero en un saco.

— Te digo una cosa, cero inversiones es una inversión.

— Estás haciendo una cosa que todo el mundo diría, cómo puedes tener bastante pasta en varias cuentas de un banco. Lo que pasa es que dudo del juego financiero ¿eh? Me cuesta entrar en ganar dinero mediante maniobras financieras. Prefiero ganarlo mediante los chistes.

— A nivel ético es que tiene muchos recovecos que te pueden hacer dudar, porque claro… Dices mira que fondo tan rentable, y escarbas un poco a ver en qué invierte el dinero y dices claro es que esta gente está metida en la guerra de Afganistán.

— La gente que se dedica a la inversión financiera pura, osea a la especulación financiera y a hacer crecer el dinero mediante el propio dinero. Hacer juegos con el dinero y que eso genere más dinero sin ninguna repercusión en la vida real.

— La frase que da mucha rabia es poner el dinero a trabajar.

— Eso es, la gente que pone el dinero a trabajar, que lo hemos dicho alguna vez. Es de las pocas profesiones o cosas o tal, que si desaparecieran no pasaría nada. Porque no redunda en nada. Sería beneficioso, como mínimo beneficioso. Pero no pasaría nada porque tú esto siempre piensas, yo que sé… si el carpintero que ha montado esto deja de trabajar eso afecta. Ahora, si la gente que utiliza el dinero para ganar más dinero desaparece… no repercute en la vida real.

—  Sería más difícil ser ambicioso. Ambicioso no perdón, avaricioso.

— Tendrían que ganar dinero mediante el trabajo.

—  Claro es que no sería neutro, sería bueno.

—  Aún así en algún momento, algún fondo de estos que te dan poco dinero… En fin que no estoy totalmente en contra. Pero el juego financiero ya hardcore, duro, de ya puramente en el mismo día metes y sacas y todo esto… fuf.

— Esa es otra, la de jugar a bolsa a corto…

— Yo por eso prefiero el dinero mediante mi caso, mi carpintería, que es mediante chistes. El dinero que venga mediante haber hecho chistes, yo eso a tope. Lo otro me cuesta.

— Luego te pueden venir dinero de otras cosas. Yo ahí lo mejor, lo que recomiendo a todo el mundo que ahora quiera invertir y tenga un poquito de amasado es irse a Eslovenia. 

(Risas)

— ¿Qué ha pasado en Eslovenia? Es que estas cosas a veces cuelan eh. Porque esto… El rollo financiero muchas veces es profecía autocumplida total. La gente empieza a decir, no esto ahora hay que invertir en el sur de Argelia… Y la gente empieza a invertir y empieza a ser rentable.

 
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Publicado por en 24 diciembre, 2021 en Abstracto, Politica

 

Llorar

«Llorar es el momento en que te das cuenta de que las emociones que sientes son demasiado grandes para estar contenidas en tu cuerpo y te das cuenta de que lo necesitas para salir físicamente de tus límites.
Llorar es darse cuenta del límite físico de nuestro cuerpo que no nos permite abrazar el mundo, las personas lejanas o las que ya no están entre nosotros.
El llanto es darse cuenta de que somos desastrosamente y maravillosamente humanos y que lo mejor que podemos hacer es VIVIR cada momento al máximo, sin perjuicio de nosotros mismos y de los demás.
Es vivir tratando de dejar que nazcan flores por donde dejamos nuestras huellas.»

Silvia Bartoli, Agosto de 2018.

 
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Publicado por en 30 noviembre, 2021 en Abstracto, Viaje, Vivencias

 

En defensa de la alegría

Le quedan dos días para estar llena pero luce increíble. Después de la ligera tormenta, las nubes se han apartado delicadamente para descubrir la luna. Aunque nada cambie aparentemente, después de que llueva, la atmósfera no es la misma. La luna sigue estando en su sitio, las montañas o edificios no se han movido y los pájaros siguen revoloteando de una manera muy similar. Así parece ser la vida a veces, la apariencia niega en ocasiones la realidad de lo profundo. La esencia está en las raíces, bien abajo. 

No vale cráneo cartesiano para entender la atmósfera, te tiene que calar en los huesos su vibración sutil y llena de verdad: no se entiende, se siente. Esa verdad etérea percibo dentro de mí ahora que miro la luna que aguanta el significado de los dos polos emocionales básicos: el amor y el miedo, novilunio y plenilunio. El amor es la luz de la vida, el amor como fuente de movimiento, crecimiento y creatividad arrolladora mas allá de lo vivo. El amor como algo que trasciende al paisanaje que alcanzan unos ojos. El miedo como estatua que nos separa y nos encierra en nuestras sienes y mata el color. Que nos niega.

Llueva mucho o poco, hay algo que al sentirlo duele menos la vida y tararea bajito centiloquios de armonía. Es la inteligencia llevada a la práctica de la vida y solo hay que mirar un poquito por las calles: hay gente haciendo el humor por cada rincón. Que tira piedras al estanque o que lanza botellas al mar en un acto de convicción para si y los demás. Quizá consciente de tanto que ha recibido de la vida y así lo agradecen. Por muy jodido que uno esté, saber que siempre tienes algo que darle a los demás te salva, porque la vida es juntos. Un cálido gesto que dibuja una sonrisa. Por eso el amor es y sucede ahí donde uno se ríe, se distiende y se libera. Donde no hay miedo de ningún tipo aparece la conexión autentica con los demás. Ahí esta el encuentro. Porque la risa igual que el amor, que abraza sin necesidad de tocar es exactamente lo contrario del miedo. Querer intelectualizar el amor es quitarle el verso a la vida y lo mineral a la tierra. Cuando dos personas se ríen juntas generan un vínculo prácticamente indestructible en un plano de categoría superior. Reírse de sí mismo es romper el hechizo que ejercen nuestros pensamientos: es un paso a la libertad. Uno más del eterno camino. Por eso el amor en todos sus ámbitos sólo germina si es en libertad.

«Si estamos lejos como un horizonte
Si allá quedaron árboles y cielo
Si cada noche es siempre alguna ausencia
Y cada despertar un desencuentro

Usted preguntará por qué cantamos

Cantamos porque el grito no es bastante
Y no es bastante el llanto ni la bronca
Cantamos porque creemos en la gente
Y porque venceremos la derrota

Cantamos porque llueve sobre el surco
Y somos militantes de la vida
Y porque no podemos ni queremos
Dejar que la canción se haga ceniza»

 
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Publicado por en 22 junio, 2021 en Abstracto, Amor, Canciones, Vivencias

 

Lisa y llanamente

«Lisa y llanamente los hombres se enamoran de las mujeres y las mujeres se enamoran de los hombres. El mundo está hecho así. Eso pasa en cualquier circunstancia, si lo intelectualiamos demasiado perdemos la poesía de la vida. En la inseguridad creo que en los hombres se les multiplica más la necesidad del amor. Tal vez por una instintiva razón de seguridad. Es una manera de querer la vida. Yo soy un viejo y me contemplo en los años potros que se fueron. Y bueno, la compañera es mi refugio de las tensiones y viceversa. A caso no será siempre el amor un refugio.»

José Alberto Mujica Cordano en, El Pepe, una vida suprema.

 
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Publicado por en 7 febrero, 2020 en Abstracto, Amor

 

Anatomía de un Asesinato

Letra «Anatomía de un Asesinato» – Los chikos del maíz.

Dicen  que la esperanza se pierde tarde
Pero uno ya se cansa de luchar en balde
Cantando letras antiguas que aún siguen vigentes
Victorias  exiguas, sin novedad en el frente
Nos  dicen: Conforme está la actualidad
No os podréis quejar, os dan material de más para escribir
Pero  no quiero cantar a la necesidad
Quiero que no falte el pan, quiero dejar de sufrir
Quiero escribir sobre el arroz, sobre mis gatos
Pero si hay conflictos hay que ganar el relato
Y  que no lo escriban tertulianos de medios privados
Cuya ideología es la del amo y el poner la mano
La mía la interioricé en mi hogar
Viendo a papá marchar los lunes lejos para trabajar
Viendo a mamá limpiar la casa del burgués perro
Otro patriota más que siempre pagaba en negro
Por eso hoy canto con la convicción
De que la cultura es un arma de transformación
Por ello ante el opresor no calléis y alza tu voz
I es que el poble que canta mai no mor
Que nos censuren conciertos
Demuestra que tienen miedo
Que estamos en lo cierto
Que aunque la victoria sea sólo una utopía
La perseguiremos porque elegimos esta vida

Más bibliotecarios, menos policías
Menos empresarios robando la plusvalía
No hay Planeta B, no hay otra salida
Industrias contaminantes genocidas
Pijos de crucero se broncean al sol
Mientras el obrero muere, otro a golpe de calor
Más Belén Gopegui, menos Susanna Griso
Proletarios del mundo uníos, último aviso

Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Dispara al cerdo que explota
A Marcos de Quinto no se le discute, se le expropia

Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Despertar de la pesadilla
Cayetana, ese cuello pide guillotina

Otra familia desahuciada
Otra vida sin expectativas
Otro chivato vasallo del patrón
Malditas condiciones subjetivas
Otro año que no hicimos la revolución
Otro Rivera, otro Macron, otro trampolín
Saltaste del Maravillas a la Operación Chamartín
Golfo malandrín, no nos toméis por gilipollas
Fusaro profeta de la izquierdita que no folla
Oxida braguetas, chaqueteros veletas
Polla grises, puretas, ETA, ETA, ETA
Mata a Jota y Los Planetas
Edu Galán deficiente, lacayo
No eres políticamente incorrecto
Eres un reaccionario
Traigo magia, no trucos
Lágrimas de clase media
Me las bebo y luego las escupo
Tengo el cupo llenito a rebosar de monguers
Piso con garbo con la Harrington o con la Bomber
Di mi nombre, estoy on fire
Aquí somos de los Berri, no de Alfred y Amaia
Vas de canallita y eres un canalla
Dani Mateo vendería a su madre por seguir en pantalla
Más Marx y Engels, menos influencers y youtubers
Viva el taxi, que se joda Uber
Que todo es plástico, decadencia y mugre
La libertad guiando al pueblo y yo borracho en el Louvre

Anatomía de un asesinato
Son coches de lujo para Ana Mato
Son tarjetas black de Rodrigo Rato
Son másteres falsos en la Rey Juan Carlos
Somos el pueblo contra los privilegiados
Se levantan las hambrientas y los desahuciados
Y aunque ellos ejerzan la violencia de estado
Nos quitaron todo hasta el miedo a sus disparos

Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Dispara al cerdo que explota
A Marcos de Quinto no se le discute, se le expropia

Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Despertar de la pesadilla
Cayetana, ese cuello pide guillotina

Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Somos la sal de la tierra
Parias de la tierra en pie, hemos jurado vencer
Somos la sal de la tierra

 
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Publicado por en 10 octubre, 2019 en Abstracto, Canciones, Música, Politica

 

¿Dónde miras tu?

Cuando uno ha vivido lo suficiente, en tiempo y experiencias y es capaz de sentarse a observar silencioso y de manera profunda a la gente, descubre información interesante. Interesante sobre los demás y sobre uno mismo, porque en lo elemental, somos todos la misma cosa. Es decir, nuestra naturaleza nos iguala en lo básico y fundamental y eso hace que mirando a otros encontremos respuestas que nos sirvan. Afirmar que hay dos tipos de personas es obviamente reducir la realidad a una caricatura pero es cierto que en esta ocasión puede ayudar de manera general a entender la idea que quiero explicar.

Imaginemos que alguien hace unas vacaciones maravillosas por la Costa Oeste de los Estados Unidos durante un par de semanas, o por el sudeste asiático, o por cualquier ruta estupenda. Imaginemos que durante ese viaje, una de las personas que lo hace retransmite por sus redes sociales cada momento que vive del viaje. Me refiero a un nivel de exposición medio alto. No es difícil imaginar, porque mucha gente lo hace en estos momentos, especialmente por Instagram. Ahora pensemos en esa misma persona, que disfruta igual del viaje haciendo sus fotografías por supuesto, pero sin retransmitir su viaje. ¿Cúal podría ser la diferencia? ¿Mucha o poca? La verdad que no tengo una respuesta concreta, solo una reflexión.

Es evidente que la parte social que existe en todos nosotros es un instinto fuerte y la necesidad de formar parte de un colectivo nos lleva en algunas ocasiones a lugares donde quizá no nos sintamos plenamente identificados individualmente pero al menos si disminuimos esa necesidad de pertenencia que nos hace sentirnos solos. Para darse cuenta de esto, hay que tener un mínimo de nivel de conciencia y una manera poco estrecha de interpretar la realidad. 

Pienso que todo esto juega un papel fundamental en el ejemplo que ponía arriba sobre la misma persona y distintos comportamientos “sociales” durante un determinado viaje. Sociales entre comillas porque digamos que ese “yo” es un yo virtual similar al yo social, pero aún más alejado de la realidad tangible. Un yo al más puro estilo Black Mirror, que como poco, da un pelín de aprensión. 

Procuro, por higiene mental, no juzgar a la gente, casi mejor es entender. La observación nos da claves interpretativas. Al hacerlo, en el ejemplo del viaje, pienso que la persona que está continuamente exponiéndose, está mirando más hacia afuera que hacia adentro. Es decir, está mirando más la reacción del entorno y lo que es ella para los agentes externos, que mirando hacia su misma persona, sus propias afinidades y asimilando la vivencia con presente. No digo que sea un problema conductual: de hacer algo, sino de porque hago o no determinadas cosas. El origen de mis acciones.

Quizá sea por eso la reiteración al etiquetar y entender la vida a través de rótulos externos que nos quitan la posibilidad de profundizarnos y entendernos dejándonos tristes conceptos. Robandonos así la oportunidad de construirlos nosotros mirando hacia adentro, algo que sospecho potencialmente peligroso para la buena vida de uno. Lo sabían ya en la época griega, que todo, desde el enemigo más furibundo al aliado más amable e importante lo llevamos adentro. Por eso merece la pena mirar siempre más hacia adentro de uno mismo y adentrarse en las inmensidades del ser completo y complejo que cada uno de nosotros somos y buscar nuestra verdad. Creo que es ahí donde esta la libertad. 

 
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Publicado por en 19 julio, 2019 en Abstracto, Vivencias