Fragmento de entrevista a Carlos Pauner. Alpinista profesional con los 14 ochomiles a la espalda.
— Tal vez una experiencia tan extrema, cambia tu manera de ver la vida…
— Hombre, cambia la manera de verlo. No por las montañas en sí, si no por desplazarte a esos lugares… Cuando te desplazas a Nepal, a China, a Pakistán y ves como viven nuestros porteadores que llevan treinta kilos con unas chancletas y no se quejan y no comen en todo el día, te das cuenta de que el ser humano es muy fuerte, pero que aquí en occidente nos hemos hecho demasiado blandos. Yo pongo la tele cuando llego aquí y veo a un hombre hecho y derecho llorando y me pregunto, ¿Se habrá caído de una grieta? ¿No habrá comido? No no, sigo indagando y veo que es porque lo han nominado en Gran Hermano… y digo, vete a la mierda. Vete a la mierda. ¿Dónde vamos así? Entonces el mundo de la montaña es un mundo de titanes, de gente valiente, de gente austera, de gente que no se queja de casi nada.
— Es que vivimos en una extra zona de confort.
— En una burbuja.
— Es que nadie en el mundo ha vivido mejor que nosotros en la historia.
— Pero a la vez peor. Nunca habéis sido menos libres de lo que sois ahora: yo he sido mucho más libre.
— Objetivamente somos los que más cómodos estamos.

— De hecho, la sociedad occidental está buscando y buscando continuamente la felicidad y no la encuentra. Y tiene el último modelo de coche, una ducha con agua caliente. Yo no hay dia en mi vida que no abra un grifo y solo de ver que sale agua, digo, joder que maravilla. Pero es que si lo giras sale agua caliente. Entonces tenemos todo y no tenemos nada. Te enseña mucho el estar en esos poblados con gente que no tiene nada como Nepal, que ves que cocinan y ves que felices son, como hablan, tienen tiempo, no tienen prisa para nada, todo les fluye ¿no?. Entonces nosotros somos una sociedad que en ese aspecto estamos enferma. Porque no hay mayor grado de infelicidad que en occidente.
— Y es la mayor estabilidad del mundo con todas las posibilidades.
— Con todas, incluso de imponer sus normas en otro sitio. Somos potencias no solo económicas, incluso militares. Podemos hacer lo que queramos y aún así dentro, solo tenemos problemas. El número de suicidios aumenta, depresiones, uso de fármacos… vamos un nepalí no conoce eso, no los hace falta. ¿Un fármaco para estar contento? Hombre no por Dios. Ellos están contentos cuando han hecho una buena cosecha, han llegado a su casa y tienen algo que traer para comer. Esa perspectiva creo que es importante porque al final te da la vara de medir de lo que es importante.
— Te da el golpe de realidad de lo que realmente es la vida.
— Tú fíjate una niña de dieciséis años deprimida y teniendo que usar pastillas porque en internet la han bajado los seguidores o porque le han dicho que si es gorda o es fea.
— Vivimos en un mundo cada vez más virtual, pero no de cara a la pantalla si no…
— No no, de cara a los demás. Cada vez nos importa más lo que los demás digan de nosotros. Por eso digo que somos menos libres ahora. Yo cuando era crío me importaban tres bledos lo que dijeran de mi. Yo me iba con mis amigos a escalar y nos importaba tres bledos el aspecto, el pelo, lo que llevábamos o no sé. No hacíamos mal a nadie además y hacíamos lo que nos gustaba. Esa libertad creo que era muy importante. Ahora está todo con más normas. Al final llegará un momento que vamos a tener que llevar una check list como en los aviones, para salir a la calle a ver si llevamos todo y todo correcto. Entonces occidente en ese aspecto está enfermo porque se está cociendo en sus propios jugos: idioteces. No puede salir un tío hecho y derecho lloriqueando porque le han nominado. No me jodas. Yo le pondría una semanita allí en Nepal con treinta o cuarenta kilos que llevan a la espalda con unas chancletas durante ocho horas, a ver que le parecía.