Las banderas: distintivo, divisa, emblema, enseña, estandarte, gallardete, insignia. Son normalmente de tela, compuesto por uno o varios colores, que representa a un conjunto, algo común.
Como toda herramienta representativa de un grupo puede ser utilizada bien, mal o regular, según destrezas, conocimiento, educación o intereses de cuantos la reconocen. Cuando hablamos de algo que representa mucha gente, se entiende que hay una entidad en común, en esto caso una patria, unas ideas o incluso unos valores como en la revolución francesa. Digamos que se gana crea un ente homogéneo a costa de muchas individualidades. Similar al poder representativo.
Si una bandera es querida por todos sus miembros, éstos la hacen suya (se integran y se sienten integrados con ella), porque la sienten común, buena y se identifican con ella. Puede también que por circunstancias históricas del icono, la gente no se sienta dentro de esa bandera, que no le represente, al menos totalmente. No entender esto es ver la vida en blanco y negro, cuando la vida se divide mil escalas de grises.
Toda cosa común, hace que los del mismo símbolo o bandera se miren y se aprueben entre ellos a la vez que se refuerzan. Esto ocurre porque somos, los humanos, animales sociales. Necesitamos esa sensación o certeza de pertenencia a un grupo. Forma parte de nuestra esencia, la cual ayudo mucho a la perpetuación de la especie en su momento y continua haciéndolo aunque eso opere diferente hoy en día. Si yo no soy consciente de eso, en ciertos momentos puedo traicionar mi individualidad y envolverme en una colectividad por necesidad de esa permanencia al grupo, aunque no comparte ni la mitad de la opinión. Pero buscando esa aprobación de un grupo de iguales; esto puede suceder y sucede a menudo. Yo diría que se genera una involución personal.
Cuando eso ocurre se corre el peligro de ser manipulado de forma sencilla. Digamos que prevalece más el sentimiento de pertenencia al grupo que el porqué de ese grupo. Ese ‘porque’ pasa a un segundo plano. Lo importante es si perteneces o no. Si eres o no de esa insignia. Se pierden los matices e incluso la discusión activa y critica de los integrantes. O eres o no: o blanco o negro. Y eso es peligroso, porque la realidad se compone de escalas de grises, por lo tanto estamos alejándonos de ella al alimentar sin conocimiento y equilibrio nuestra necesidad de pertenencia.
Si nos vemos ante esto, es fácil utilizar una bandera para la explotación de un interés más individual, para su apropiación mediante la manipulación. Si la amas eres bueno si no la amas no eres bueno. Aunque luego actúes en contra de ese grupo y sus principios. Lo importante es la declaración o incluso la pulserita. O como hizo Ken (Pedro Sánchez), con ésa bandera tan impresionantemente grande. Parecía un, a ver quien la tiene más grande. Cuando una bandera ha sido prostituida, como ha pasado con muchas banderas de diferentes países por unos o por otros pasa esto. Tiene más peso la bandera, el mero trapo, que el contenido, que es realmente lo importante. Pesando más la superficialidad.
Es importante la pertenencia e incluso necesaria la sensación de pertenencia, como digo. Siempre se ha dicho que juntos somos más fuertes y es verdad. Lo difícil es vertebrar ese «juntos», de manera incluyente y no excluyente. Poder discutirlo, estudiarlo, escuchas ideas, saber que aportas y que no. Lo importante es el concepto, la miga, lo que hay dentro. El tejido común que se crea a servicio de los integrantes. Yo diría que lo de menos importancia es el icono. Eso lo reduce todo a blanco o negro irreal. Alejarse de la realidad sí que es peligroso.
Aunque pensándolo bien, tiene una ventaja los términos de: el blanco o el negro, el PP o el PSOE (mierda, estos no son contrarios, son iguales), el Madrid o el Barça. Para la gente que no quiere pensar, que es radical, que no lee o sólo tiene un libro, que no se informa, que no es crítica, la gente que no sabe literalmente lo que dice… pues sí, es muy cómodo. Lo único que pierdes y delegas es a ti mismo. Que puedes llegar a un punto sin saber cómo has llegado hasta el, y claro si asumiste antes ya debes asumir hasta morir. Pero por lo demás bien… es muy cómodo.