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¿Cómo empezó esto?

24 Nov

Estaba allí sentado. Eran casi la hora de comer y no tenía hambre ni ganas de nada. De lejos, en apariencia era una persona más, incluso iba bien vestido. Sentado entorno a una mesa de Coca-Cola que utilizan los bares para poner sus terrazas se lo podía ver junto con un grupo de gente. Desde donde estaban sentados los demás, en la misma mesa, las apariencias, en esta ocasión, engañaban.

Tenía el jersey lleno de lamparones, la camisa por fuera y un pantalón vaquero que parecía curtido y oscuro sobre todo en la parte más baja por las copas y cervezas de toda la noche anterior. Barba de algún día de más y la mirada perdida y descolocada. Si alguien no lo conociera, podría suponer fácilmente que se trata de un sábado más largo de lo normal. Pero no, no era eso. No solamente.

Cuando abría la boca para hablar se podían descubrir más cosas. Especialmente dos. Que aún los efectos del alcohol y las drogas lo tenían atrapado, pero no sólo de esa noche. Es como, aunque suene extraño, tuviera experiencia en estar así. La otra era la boca descuidada y destrozada. Quizá la  boca mejor que un Yonki tirado de la calle, pero no mucho mejor. Era difícil e impactante ver una persona tan joven que apenas llegaría a los treintaicinco con los dientes así.

Su discurso terciaba entre lo bien que se lo pasaba, como si hubiera nacido para eso e intentar hacer gracias para los demás parroquianos que estaban frescos y despiertos. Cuando se sentó en la mesa con ellos, vino sin compañía. Seguramente de otro bar… ¿de dónde sino? Al ver a sus amigos de toda la vida se sentó en la misma mesa. Aún con ese estado tan degradado, tenía ciertas habilidades para hacerse querer y ademas no era ninguna mala persona ni tampoco peligrosa.

El primer rato fue divertido. El hacia el payaso y los demás se reían con él o de él. Eso no estaba claro, aunque parecía que en mayor medida, era con él. Después, los demás, se fueron callando y dejando de hacerle caso. Las payasadas eran repetidas y no hacían tanta gracia. Al fin y al cabo era lo mismo de siempre. Entonces volvieron a su conversación dominical entre ellos.

Al principio intentó y siguió hasta que se dio cuenta que ya nadie le miraba; ya nadie le hacía caso. En ese momento llego el camarero y uno de ellos levanto la mano para pedir otra ronda. Dos, cuatro, cinco… ¿Y tú que quieres? Si una cerveza también. Habían pedido también para él. Un minuto más tarde el camarero abrió con destreza un puñado de cervezas bien frías y dejo encima de la mesa varios cuencos con patatas revolconas. Una era para él, claro. Y los demás, que durante ese momento parecían tutelarle, le animaban, más que a tomar cerveza a que comiera. Incluso uno de ellos le pregunto si quería más, podía pedirle más comida. Dando las gracias negó el ofrecimiento.

Poco tiempo después, todos lo volvían a ignorar ya, como si no estuviera en la mesa para centrarse en sus conversaciones. El lleva un rato casi sin hablar. Qué curioso, pensó, estaba rodeado de gente que conocía, igual que durante la noche anterior, pero se sentía solo. Es como si para los demás no estuviera. Solo y cansado, cada vez se le cerraban más los ojos. Se sentía sucio, en la boda y por todo el cuerpo. De repente no encontraba la diversión en nada. Como cuando se va la luz en una noche de invierno. Pum.

En ese momento pensó… ¿Cómo empezó esto? Cómo había degenerado tanto algo que era divertido. Si él era el rey, el puto amo. El más respetado, el que más bebía, el que más ligaba… el que más todo. Y ahora qué. No sabría decir en que momento paso de ser algo divertido y que quería hacer, a ser algo que hacía casi porque el cuerpo le pedía para estar bien. Mejor dicho, para no estar mal.

De repente pasó un niño corriendo al lado de su mesa y se puso a jugar cerca suyo. El se quedo mirándolo. El niño lo miro. Cruzaron varias miradas. Un miedo le cubrió su cuerpo y le costaba trabajo pensar. Le costaba trabajo la vida. Es como si estuviera rendido. Pero ya en ese momento, sólo quería dormir. Dormir mil años con el solitario deseo de que el tiempo pasara, o quizá volviera hacía atrás.

 
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Publicado por en 24 noviembre, 2017 en Abstracto, Narrativo

 

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