‘¡Qué se jodan!’ Dicen algunos. Y claro, estando el patio como está no es fácil sacar una conclusión rápida y si escupir un ‘que se jodan’. No pretendo defender a los taxistas a capa y espada ni tampoco a los VTC, más bien a pensar en alto sobre Uber, Cabify y los taxis.
Para empezar, tanto unos como otros son trabajadores, es decir, personas que conducen un vehículo y dan un servicio: hacen un trabajo y tienen que ser pagados por ello. Y si es posible, que lo es, bien pagados. Cómo deben pagarse los trabajos en un país que quiere mantener la clase medía. Sin clase media no hay nada.
Mucha gente, con razón a veces, se queja del mal servicio de los taxistas en determinadas ocasiones. Yo mismo, en una ocasión volvía de viaje y tuve que coger uno por urgencia en Barajas. Siempre aparco a siete minutos de la T1 y voy caminando. Estaba malo y no podía andar ni esos siete minutos hasta mi coche, por lo cual no tenía más remedio. Veinticinco euros por tres minutos en coche, porque claro, la tarifa del aeropuerto hace que levantar la bandera te metan los veinticinco. Creo que esta tarifa ya la han cambiado, pero aquel día me metieron el golpe. He escuchado a otras personas hablar sobre algunos en chanclas y oliendo mal, o si te dan la turra con temas políticos o de otro tipo etc. Eso, verdaderamente es poco agradable. Pero generalizar un colectivo por uno o dos casos que siempre hay es, como poco, injusto. Cuando se monopoliza algo, pueden ocurrir ciertos abusos que derivan siempre a mal servicio y mala imagen de quien los lleva a cabo.
Por otro lado los VTC, te ofrecen una aplicación con sistema de puntuación muy cómoda y precio cuasi cerrado, que fluctua segun oferta demanda, es decir, si sales de un concierto, se puede multiplicar por cuatro el precio, mientras que en un taxi es lo que marca el taxímetro. Los coches están impecables y son muy modernos. Los conductores te dan una botellita de agua y se preocupan por ti (música y temperatura), algo que se agradece. Estoy convencido que esto es por el sistema de puntuación de los usuarios. Al querer conseguir buena nota, te tratan bien y quizá es algo que los taxis podrían incorporar a su colectivo; aprender de las cosas buenas que mejoran el servicio y no cuestan tanto. Si algo tienen las plataformas de este tipo (Airbnb, BlaBlaCar etc) positivo es eso, el poder puntuar y que te puntúen como usuario, conductor etc. Debo decir que he cogido varios Uber y siempre fue bien, a excepción de uno que, al yo quedarme dormido me dio una vuelta curiosa. Si es cierto que la compañía, me devolvió un porcentaje aunque bastante menor para lo que el conductor me había engañado. Es decir, que me la metió.
Dicho lo anterior me gustaría ser lo más ecuánime posible y sacar una foto con mayor perspectiva del asunto. Y siendo así me pongo a reflexionar, hablo con conductores de Uber, con algún amigo taxista etc. Un taxista pagó en su día un dinero, no poco (a veces funcionó como especulación por culpa de gobiernos incapaces y corruptos desinteresados en dignificar el trabajo del taxi y a su clientela), por poder explotar una licencia en Madrid o en Barcelona. Nadie controló eso y fue un error tremendo, ya que jamas debió ser especulativo, igual por ejemplo, que las vivienda. Mucha gente se hipotecó para dedicarse a ello. Gente trabajadora que su vida es el taxi. Algo que da dinero y te permite vivir y pagar esa licencia, se supone. Además de esa licencia pagan impuestos. Se puede decir que están regulados en ese sentido.
Empresas como Uber o Cabify tienen sus matrices fuera de España, como otras grandes corporaciones, haciendo que los impuestos que paguen no sean proporcionados al negocio y las ganancias que esas empresas tienen. Es decir el dinero no se queda en los bolsillos españoles sino que se marcha. Por no comentar que una licencia de Uber al lado de una de Taxi es de chiste ¿Que cara se le queda al taxista que se hipotecó para poder tener su negocio de conductor? No parece justo. Las empresas VTC contribuyen mucho menos al estado, ese que paga la educación y la sanidad. Es importante mencionar ademas que la naturaleza de las licencias VTC no es la de hacer de taxi. Por otro lado, después de hablar con varios conductores de Uber, ninguno o casi ninguno tiene el coche en propiedad. Trabajan de manera asalariada para empresas grandes que tienen un stock de coches y es a ellos a quien les rinden cuentas. Suelen quejarse de que ganan poco si uno les pregunta por encima. En lloricas se parecen a los taxistas más de los que les gustaría, fijate por donde. Pero realmente sus salarios son bastante bajos para las horas que hacen; suelen repartirse en turnos de 12 h para que el coche nunca para de moverse. No es que no generen dinero, sino que del dinero que generan con su trabajo reciben solamente una parte: un salario asignado, que es precario además. No sería malo investigar un poco sobre la cantidad de políticos y gente poderosa que tiene acciones en estas compañías que hará entender más fácilmente que no quieran regular la situación de las mismas. Esta a golpe de clic en Google.
Ese dinero que sube hacia arriba, es decir que no queda en manos de los conductores, va a parar a manos de esas grandes empresas, ya sean las que proporcionan el coche o las que proporcionan los clientes (Uber, Cabify). Mientras que el dinero que le pagas a un conductor de taxi, después de impuestos y licencia, es para él, para su bolsillo. Y ese conductor o conductora con capacidad economica lo gastara en lo que le venga en gana dejando dinero en otros negocios. Ese conductor de taxi tendrá un poder adquisitivo que nunca tendrá un asalariado. Y ese poder adquisitivo es el que hace que la economía de un país se mueva y funcione: clase media con cierta capacidad de consumo.
A uno le da la impresión de que finalmente, está ocurriendo o va a ocurrir lo que ya ha ocurrido en otros sectores. Nos ponen el caramelo del centro comercial o de la súper oferta o la tontería material y en última instancia se traduce que esos mismos puestos de trabajo (dependiente de una tienda, conductor de coches o el que sea) sufren un recorte brutal en sus retribuciones pasando ese dinero a la gran corporación como los centros comerciales o las empresas de VTC. Esas son las que ganan un beneficio a costa del mismo trabajo, porque al fin y al cabo se trata de un tipo que conduce para llevar a gente. Y ese dinero del asalariado que es menor, empobrece a la clase trabajadora que es la que realmente genera demanda interna y hace que un país funcione y la rueda se mueva.
Algo último es reflexionar sobre cómo nos granulan y dividen para poco a poco degradar los sueldos y quitar dignidad a los trabajos. Por eso, debes plantearte algo que si crees que los taxistas ‘se deben joder’: En realidad son lo mismo que tú; alguien que trabaja y quiere ganar dinero y si es un poco más para vivir mejor, eso es bueno para todos. Si pensamos más allá son, digamos, de tu especie y defienden lo que tu defenderías en tu trabajo o en su lugar. Por eso creo que tiene poco sentido pensar en esos términos. Decir que se jodan, es decir, al menos un poco, que me joda yo también.
Igual, cuando te llegue a ti en tu trabajo y te recorten porque alguien que no tiene idea de tu oficio lo hace más barato, estarás también solo si los demás dicen ‘que se joda’ y perderás. Perderemos todos en realidad, porque el enemigo no es el de la misma condición, sino el aliado del que nos podemos valer para defendernos mejor. Por que al fin y al cabo, son trabajadores como la mayoría somos. Es demasiado fácil maldecirlos porque un día, dos o cinco llegues más tarde al puesto de trabajo porque están luchando por algo que cualquiera haría, mantener su puesto y su nivel de vida, algo por cierto que es bueno para el país, si es que queremos ponernos patrióticos. Y por supuesto, prefiero que los trabajadores de mi país ganen su buen dinero para gastarlo generando más puestos de trabajo y vivir bien a que se lo lleven grandes corporaciones para seguir explotando, minimizando salarios y precarizando, que es en última instancia lo que está sucediendo en todos los lugares y ámbitos: la absorción de las fuerzas por el capital; el reparto desigual de oportunidades a los accesos pese al trabajo y el esfuerzo las personas.