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¿Dónde miras tu?

19 Jul

Cuando uno ha vivido lo suficiente, en tiempo y experiencias y es capaz de sentarse a observar silencioso y de manera profunda a la gente, descubre información interesante. Interesante sobre los demás y sobre uno mismo, porque en lo elemental, somos todos la misma cosa. Es decir, nuestra naturaleza nos iguala en lo básico y fundamental y eso hace que mirando a otros encontremos respuestas que nos sirvan. Afirmar que hay dos tipos de personas es obviamente reducir la realidad a una caricatura pero es cierto que en esta ocasión puede ayudar de manera general a entender la idea que quiero explicar.

Imaginemos que alguien hace unas vacaciones maravillosas por la Costa Oeste de los Estados Unidos durante un par de semanas, o por el sudeste asiático, o por cualquier ruta estupenda. Imaginemos que durante ese viaje, una de las personas que lo hace retransmite por sus redes sociales cada momento que vive del viaje. Me refiero a un nivel de exposición medio alto. No es difícil imaginar, porque mucha gente lo hace en estos momentos, especialmente por Instagram. Ahora pensemos en esa misma persona, que disfruta igual del viaje haciendo sus fotografías por supuesto, pero sin retransmitir su viaje. ¿Cúal podría ser la diferencia? ¿Mucha o poca? La verdad que no tengo una respuesta concreta, solo una reflexión.

Es evidente que la parte social que existe en todos nosotros es un instinto fuerte y la necesidad de formar parte de un colectivo nos lleva en algunas ocasiones a lugares donde quizá no nos sintamos plenamente identificados individualmente pero al menos si disminuimos esa necesidad de pertenencia que nos hace sentirnos solos. Para darse cuenta de esto, hay que tener un mínimo de nivel de conciencia y una manera poco estrecha de interpretar la realidad. 

Pienso que todo esto juega un papel fundamental en el ejemplo que ponía arriba sobre la misma persona y distintos comportamientos “sociales” durante un determinado viaje. Sociales entre comillas porque digamos que ese “yo” es un yo virtual similar al yo social, pero aún más alejado de la realidad tangible. Un yo al más puro estilo Black Mirror, que como poco, da un pelín de aprensión. 

Procuro, por higiene mental, no juzgar a la gente, casi mejor es entender. La observación nos da claves interpretativas. Al hacerlo, en el ejemplo del viaje, pienso que la persona que está continuamente exponiéndose, está mirando más hacia afuera que hacia adentro. Es decir, está mirando más la reacción del entorno y lo que es ella para los agentes externos, que mirando hacia su misma persona, sus propias afinidades y asimilando la vivencia con presente. No digo que sea un problema conductual: de hacer algo, sino de porque hago o no determinadas cosas. El origen de mis acciones.

Quizá sea por eso la reiteración al etiquetar y entender la vida a través de rótulos externos que nos quitan la posibilidad de profundizarnos y entendernos dejándonos tristes conceptos. Robandonos así la oportunidad de construirlos nosotros mirando hacia adentro, algo que sospecho potencialmente peligroso para la buena vida de uno. Lo sabían ya en la época griega, que todo, desde el enemigo más furibundo al aliado más amable e importante lo llevamos adentro. Por eso merece la pena mirar siempre más hacia adentro de uno mismo y adentrarse en las inmensidades del ser completo y complejo que cada uno de nosotros somos y buscar nuestra verdad. Creo que es ahí donde esta la libertad. 

 
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Publicado por en 19 julio, 2019 en Abstracto, Vivencias

 

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