Me paro en la ventana a observar las casas, el campo verde después de días de lluvia y entre las montañas se pierde la carretera hacia Madrid. Estoy en la habitación de la biblioteca, casera pero medianamente grande. Se encuentra ordenada y limpia. Al volver la mirada adentro está el escritorio y la silla de madera. Antiguas pero relucientes; como nuevas. Se respira tranquilo aquí dentro, entre los libros. Toda biblioteca, es para mi un lugar sagrado, tenga treinta o trescientos mil ejemplares. La primera estantería de la mía, está presidida por un ejemplar del Quijote de edición limitada en papel pergamino. El ejemplar número 1219.
De las paredes cuelgan retratos de escritores del Siglo de Oro. Quevedo y Cervantes están ubicados junto a la entrada presidiendo, cosa que poco tiene que ver con la casualidad. Ellos y otros tantos fueron talentos literarios que escribiendo en nuestro idioma lo enriquecieron enormemente. Idioma que hoy hablamos quinientos millones de personas en todo el mundo y es patria cultural común. En la parte alta de las estanterías de madera hay algunos títulos enmarcados, cuadros y un par de regalos del día del padre. Me siento en la silla y respiro: Me encanta el olor de los libros. Estar rodeado por ellos me hace sentir bien. Desde el asiento del escritorio se puede ver también una estantería con fotos, cartas y otros escritos, recortes de periódico, varias colecciones de monedas y postales…
Pero la mayor magia de este lugar esta entre los libros. No pierden nunca la memoria, se puede viajar a lugares que ya no existen y pasear virtualmente por ellos. Aprender a través de otros ojos y otra mirada y vivir cien mil vidas distintas. Cada libro es una ventana a un mundo nuevo que espera ser navegado. Incluso uno puede hacer cosas que jamás podría hacer en una vida normal como matar a alguien. Pero también por esos caminos uno puede ser amado o amar, experimentar la aventura, el dolor, la traición, la lealtad… A cualquier momento de la vida, bueno o amargo, no llega uno con la misma lucidez y capacidad interpretativa sin libros leídos para digerir y entender. Eso es lo más maravilloso de la literatura: el poder multiplicar tú vida para hacerla más ancha y deliciosa.
Novela de todo género y época; de lo más clásico y popular a novelas actuales de algún colega un poquito menos conocidas. Relato, cómic, ensayo de cualquier tipo; desde tratados de medicina hasta filosofía clásica, poesía por supuesto en abundancia, cierta variedad de literatura extranjera original, especialmente en ingles, incluida Enciclopedia Británica de más de treinta tomos. A golpe de vista un volumen de la decimonovena edición de la RAE… Cada ejemplar conserva su dignidad en el lugar apropiado. De eso se trataba cuando exploré, limpié y restauré cuidadosamente todo cuanto había aquí dentro. Un sitio inanimado que con el simple gesto de abrir la tripa de un libro por sus páginas iniciales empieza a cobrar vida. Por todo esto y mucho más, una biblioteca propia es siempre un lugar mágico. Una suerte de pasadizo atemporal repleto de puertas a rincones propios y ajenos si uno sabe ser elegido por el libro adecuado en el momento preciso. La sal de la tierra.