Hace poco estuve de visita en Lisboa. No conocía la capital lusa y durante unos días pude disfrutar de una ciudad bonita, viva y con una orografía que te dejará agujetas si no tienes las piernas en forma. Con ese toque decadente que le da un punto especial a sus avenidas y a sus callejones. ¡Una ciudad llena de luz! Poblada con un poquito de gente de a pie y otro poquito de gente más mundana. Las capitales tienen gente de todos los lugares y eso las hace culturalmente ricas y abiertas al mundo sobreto y como es el caso, si son puerto de mar. Pero ya fueran locales o extranjeros, gente amable en general fue lo que me encontré.
Lo mejor de la vida, como una vez me dijo una amiga, somos las personas y es verdad. Lo mejor y lo peor, ¡claro! Pero ahora viene un ejemplo de lo positivo. La cuestión es que de eso va la pequeña historia que quería contar. El segundo día fuimos a Belem e hicimos un Tour. Nuestro guía era nada más y nada menos que Rikardo con K. Fue fácil desenmascarar su origen por el acento, era Colombiano y sabía mucho de historia. Pero lo mejor de todo ¡Era filósofo!. No lo había pensado nunca, pero no se me ocurre un guía mejor para enseñar la historia de un país que un filósofo que sabe de historia.
Paseamos por el Palacio y el Monasterio que miran al río, por donde volvían los navegantes. Después estuvimos en el Monumento a los Descubridores y terminamos en la famosa Torre. Rikardo nos fue explicando acerca de la historia de Portugal y de lo que íbamos visitando. Aquellos días en Lisboa y durante el tour fui consciente de la gran riqueza cultural y la historia que tiene el país y de su orgullo por esa aventura de navegación durante nuestro llamado Siglo de Oro. Aquellas hazañas que alumbraron un nuevo mundo. Que fue quizá, la llegada a América, el acontecimiento más importante de la historia, al menos de occidente.
Comentó Rikardo, como buen guía, las partes más y menos bondadosas de aquella conquista y su punto de vista como persona que ha leído historia y como latinoamericano. No hace falta estar de acuerdo, pero sí me pareció interesante y enriquecedora su opinión. El tour lo hizo muy divertido y a parte de contarnos los sucesos y las aventuras, siempre dejaba hueco para alguna reflexión después de terminar cada explicación.
Mi sensación, no solamente durante el tour de Rikardo, es algo que comentó y que se le atribuye al maestro José Saramago: «España y Portugal son como dos hermanos siameses unidos por la espalda que no se han visto la cara». Y quizá es eso, o al menos haya parte de eso. Los designios de la historia, los nacionalismos, tanto lusos como hispanos, nos han hecho a los españoles ignorar Portugal de alguna manera. Que ambos nos miremos con cierto desdén. Realmente desconozco cómo nos miran a nosotros pero puede que sea similar. En cualquier caso el nacionalismo (como cualquier otro) portugués, se funda mediante épicas y enemigos externos y eso hace bastante referencia a la época de Felipe II. Seguramente ese imaginario no ayude allí. Tampoco nuestro escaso imaginario, más bien indiferencia ayuda aquí. Que dañinos son para todos siempre los nacionalismos, sean de donde sean y especialmente al mundo que alumbra, que requiere ya de soluciones transnacionales, del globo entero, para temas como el cambio climático, la pandemia o lo migración. No se pueden dar soluciones individuales a problemas que son colectivos. Pero este, es sin duda harina de otro costal.
Rikardo, que ha vivido en ambos países, es latino y sabe interpretar la historia nos invitó a algo que uno siempre debe hacer cuando viaja, si es que quiere viajar de verdad: mezclarnos con la gente, para ver y sentir que en realidad tenemos un maravilloso mundo común que compartir, algo que no pasa en el resto de Europa, especialmente de pirineos para arriba, y un maravilloso mundo por descubrir de la cultura, la cocina y la historia del nuestro querido país vecino Portugal. Y dicho sea de paso, que bonito suena el sueño de dejar de darnos la espalda para empezar a mirarnos a la cara, dándonos cuenta del gran potencial de convivencia que sospecho que tenemos, apartando nacionalismos y estupideces de índole similar.
Terminó el Tour y nuestro amigo nos dejó con una reflexión interesante que pego a continuación mientras las pequeñas olas chocaban contra la torre de Belem. Después nos dió las gracias uno por uno porque… ¡Se había aprendido todos nuestros nombres! Y no éramos pocos. Desde aquí saludarle y agradecerle por esa delicia de tour y sobre todo por ser buena persona y por su disposición y por llenarnos de presente con su reflexión, ‘Juan de Ávila’, como él me mencionó.
“Los seres humanos estamos atrapados entre dos tiempos sobrecogedores y metafísicos. El tiempo de la historia de la especie que como individuos nos hace diminutos. Siglos de avances de lo humano que podemos contar y revivir en unas pocas horas cómo hemos hecho hoy. El otro; el tiempo de la naturaleza y del universo ante el cual somos si acaso un leve parpadeo. Atrapados entre el pasado que se nos escapa y el universo que nos supera ¿qué nos queda? Lo único que tenemos para controlar es el instante presente, en donde caben aprendizajes, alegrías y emociones sin par.”
La web de tours para la que trabaja:
https://es.takefreetours.com/lisbon-free-walking-tours