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Reverteando II. La mujer como ser superior

15 Jul

Pequeña parte de la conversación “La literatura como aventura”. sobre la mujer, entre Arturo Pérez-Reverte y Maira, en la Universidad de Puerto Rico.

literaturaventura

A. – Una de las cosas que he descubierto, y eso no fue en la guerra, fue en la vida, es que la mujer es un ser superior. Esto no es un alago fácil, puedo razonarlo.Tú tienes una cuna, con dos niños gemelos de seis meses; el niño y la niña al lado. El niño es un pedazo de carne con ojos. La niña le haces un gesto y ya te está mirando, te agarra la mano, ya te está mandando mensajes… hay una información genética que está en la mujer desde hace mucho tiempo. Esto ya lo hemos hablado alguna vez.

Son muchos siglos de estar callada, de silencios, de ser botín del vencedor, de que a tu hijo se lo lleven a la guerra, de que el marido se vaya al futbol o a la guerra o tal. De estar ahí callada junto al fuego, cosiendo, cocinando, mirando… Entonces eso ha generado esa especie de lucidez, una capacidad de observación, de penetración, de inteligencia potententísima en la mujer, de la que el hombre por su misma dinámica de cazador, de guerrero, de futbolero, de borracho en la esquina, de putero… ha diluido en otras cosas. Esa energía la mujer la concentró en educarse a sí misma en cuanto a mirada en su aspecto interior. Con lo cual, por simple evolución genética el hombre sigue siendo igual de estúpido que hace veinte siglos o treinta, pero la mujer ha generado una inteligencia que ya es genética. Hasta las tontas, y hay mujeres muy tontas, la tienen sin saber que la tienen.

Yo me di cuenta de eso cuando mi hija Carlota de siete años un día discutiendo me dijo: «Pero papá». Con un desprecio… con una superioridad moral. Yo me la quede mirando y pensé, pero si ésta pingaja, no la han engañado, no la han mentido, no sabe que es el sexo, no sabe que son los hombres… y ya sabe que somos despreciables. Y me puse a pensar por qué. Las mujeres, los recuerdos… y descubrí eso. Que mi hija vino ya a la vida con una lucidez genética que el niño tiene que hacerse. Mientras que ella tiene la mitad del camino hecho.

Con eso decidí hacer una novela donde una mujer fuera la protagonista. Y que La Reina del Sur iba a ser la historia, y ahí apliqué todas estas teorías. Esa especie de sabiduría y también soledad, de amargura y de lucidez. Porque hay una cosa que está clara y es muy interesante también. Hasta la mujer aparentemente más feliz del mundo, que tiene hijos, que tiene un matrimonio feliz, tiene rincones de soledad personal, de lucidez intima que no llena con nada. Que sólo son de ella. Rincones oscuros de ella. Silenciosos.

El hombre lo mejor que puede hacer ahí es acercarse con buena voluntad e intentar… la espalda silenciosa. Que levante la mano aquí el barón que no haya estado junto a una espalda silenciosa. ¿Qué ha pasado? Nada. ¿Qué ha ocurrido? Nada. ¿Qué he hecho? No, Nada. Y estás todo el rato dando vueltas… Qué fue, que hice, qué no hice. Se dió cuenta… ese cabello rubio en la solapa, ¿lo vió? ¿Qué fue? Y pasan años y años. Y un día te dice, oye gilipollas ¿te acuerdas aquel día? Pues pum pum pum.

M. – Me alegra mucho que la hayas escrito porque es una mujer que no es una sierva del amor. Es una mujer que comienza con una gran violencia fundacional que la hace despertarse a un mundo y tiene que hacer, como muchas de nosotras, toda una serie de negociaciones con el poder.

A. – Has tocado un punto muy interesante. Es que hay un punto débil de la mujer y por eso es tan fascinante la mujer como personaje. En mis novelas siempre salen esas mujeres y cada vez me interesan más. Por eso la mujer es tan justificable cuando es tan cruel, tan dura cuando es dura. Por eso la mujer es tan amarga. Pero al mismo tiempo ocurre que la mujer es prisionera de su útero también. Y de su corazón. Hay un vínculo útero, corazón muy importante que en el hombre no existe. El hombre para eso, es como para todo, sota caballo y rey. Mucho más elemental. En la mujer hay unas complejidades. La mujer más lucida del mundo, puede de pronto puede encoñarse y perder la capacidad de autodefensa y entregarse de una forma absolutamente suicida a un tipo habitualmente indigno de ella. Porque la conexión útero, cabeza y corazón la ha cortocircuitado. Es muy interesante ver como mujeres muy poderosas intelectualmente se ven en situaciones así. Y eso tu podrías…

M. – Tiene que ver con la vulnerabilidad. Hay un mito y hay una búsqueda del hombre con la invulnerabilidad, con lo que no le toca, con lo que siempre está cerrado, armado, fuerte… que nosotras no tenemos. No la tenemos. Y aún las mujeres que saben de guerra o que saben manejar puntos de rol… hay siempre un espacio abierto porque si no… somos puerta de vida. Si todo estuviera cerrado, sería el fin. Tiene que haber un espacio de vulnerabilidad.

 
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Publicado por en 15 julio, 2016 en Abstracto, Reverteando

 

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