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Aprendiz

20 Mar

No aprenden los años, aprenden las actitudes. La experiencia no son las situaciones vividas, la experiencia es interpretarlas y aprender algo de ellas. Moralinas y moralejas. La verdad no es la tuya, la verdad son los hechos. Los hechos son lo que pasa cuando lo cuenta un periodista de verdad. La certeza de la verdad no está en la cabeza está en los hechos y en saber mirarlos. La verdad está. Lo que no está preparada es la cabeza que no puede o no quiere verdad.

Los que hablan mucho, aprenden poco. Como los que cuentan su cuento como universal. Y no aprenden definitivamente nada los que cambian su cuento universal por placer del espejismo, por antojo, sin mirar el reloj. Una nada tan grande como un incapaz. Como un absurdo interprete del juego.

Aprende más el que no se une sin saber a qué se une. El que se niega a no saber o por lo menos a no conocer a pisar por dónde camina. Aprende más y después se une mejor. Porque siempre, aprende mucho el valiente inteligente. No el que mira, sino el que sabe mirar. El que sabe buscar entre la mierda, es el que aprende, y no gana, mejor: se gana. Mirar no es ver, es aprender a mirar. El valiente no es incauto porque es inteligente. El valiente no es egoísta porque es inteligente. El valiente no es nada más que un gran inteligente. Eso sí, el valiente es fiel, porque es inteligente y conoce lo que eso significa.

Aprende el que practica con ello, el que busca lo importante por sí. Por eso no aprende necesariamente el que aprueba un examen. Aprender es mucho más, es todo más.

Aprende más y mejor el que busca la unión, el que busca lo común, y conoce lo que no es común. No se suelen aprender verdades, se suelen aprender mentiras. Es más fácil aprender mentiras que encontrar verdades. Para aprender verdades hay que buscarlas o vivirlas. Aprende el que comparte y el que invierte tiempo donde halla o intuye. También lo hace el curioso.

No aprende el que se sorprende quedándose paralizado. ¿Qué esperabas? Ni el que delega lo que quiere en la respuesta de los demás. Ni el que delega su autoestima, y menos por encima del respeto de sí mismo. No aprende el que se engaña, aunque de igual que engañe a los demás. No aprende el tonto-listo y menos mal. Espero como mucho que aprenda a recibir, porque le puede tocar. No aprende el borrego, porque no sabe dónde va. Al igual que el imbécil y el bocazas. No lo hace el que se une ocasional, y solo mira su ombligo a la vez que lo exhibe.

Se pueden conseguir cosas. Se pueden aprender cosas. No es lo mismo porque aprender te permite mucho más.

Aprende el que intuye e interpreta lo que pasa y lo que puede pasar. El que ha aprendido y aprende, conoce lo que puede pasar, pero no lo sabe y con esta no certeza lo vive con naturalidad.

Intuye el que sabe oler. Interpreta el que sabe ver.

 
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Publicado por en 20 marzo, 2014 en Sin categoría

 

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